lunes, 5 de abril de 2010
Barrios de silicio
El portátil dejó de funcionar mientras cubría un reportaje para una prestigiosa cadena de viajes. Pregunté a varios nativos por un lugar donde poder repararlo; todos coincidieron en que un tal Sharif era el mejor en la materia. Las indicaciones me llevaron a un barrio musulmán en Nueva Delhi. Allí, entre el humo tóxico de cables quemados, lo encontré. Destripaba con avidez cientos de ordenadores, móviles y televisores provenientes de to-das partes el mundo, a fin de obtener lo verdaderamente valioso; el hierro, silicio y ní-quel de los componentes electrónicos. Hasta ahí, todo perfecto. Sólo que Sharif tenía doce años y había sido adoptado por el dueño de un negocio ilegal para agotar su infan-cia en aquel zulo insalubre.
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