CULPA
No miró atrás. Dejó que sus piernas guiaran a sus pies. Nadie le había visto. Nadie le seguía. Nada impediría su huída. Nunca volvería. Dicen que los asesinos siempre vuelven al lugar del crimen. Él no lo haría. No era un asesino, había sido un accidente, un terrible accidente. Regresaría a su casa, besaría a su esposa y seguiría con su vida.
Los periódicos matinales no hablaban de otra cosa: “Atropello mortal en el parque. Prostituta fallece desangrada. El autor se da a la fuga”.
Pero él nunca leyó aquella noticia. Ni tampoco la que publicaron al día siguiente: “Un hombre aparece ahorcado en su garaje. Sus vecinos declaran: - Era un hombre normal, trabajador y amante de su familia… -
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