martes, 13 de abril de 2010
LA CENA
Apartó el plato con los escasos restos de comida, deleitándose al rememorar la catarata sensorial que acababa de disfrutar: la líquida suavidad de la sopa de marisco, la rotunda sabrosura del pollo guisado con guarnición, la quemadura del vino tinto deslizándose por la garganta, la ácida frescura del helado de limón… Sin duda, una de las mejores cenas de su vida. Lástima que fuera la última. El guardia retiró la bandeja conminándole a que se preparara: restaba apenas una hora para la ejecución.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario