viernes, 9 de abril de 2010
La sordera de Beethoven
A Beethoven no le vino mal del todo su sordera exterior; así podía oír mejor la música silenciosa que sonaba en su interior, cuyos compases veía además en la imaginación como las huellas que van dejando los pies desnudos sobre la arena de la playa, unas más hondas que otras, más largas, más cortas, más completas... Sólo tenía que hacer lo mismo con sus dedos sobre la dentadura impecable del piano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario