Estoy preparando la maleta, libros, pasajes. Casi no atino… los nervios. Me acostaré pronto aunque no sé si dormiré. Doce de la noche. Quince años encerrada en esta ciudad. Tomo café a pequeños sorbos. Cierro los ojos. Tengo tantas ganas de mar que puedo sentirlo, verlo, olerlo, pisar la arena y el agua bañando mis tobillos .La brisa me hunde en un sopor tan agradable como insoportable. Respiro profundamente.
Me duele la cabeza. Estoy confusa, no veo mi equipaje, creo que perdí el avión. Miro el reloj, doce de la mañana. Suena el teléfono con insistencia. Descuelgo. Una voz chillona pregunta si me pasa algo y por qué no fui a trabajar. Aún estoy aturdida… Ha sido un sueño.
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