viernes, 9 de abril de 2010
Mi hermano
Recuerdo su colección de mapas, antiguos, raros, viajeros. Añoro su sombra gris de débiles contornos, solía andar cabizbajo y algo encorvado, mamá siempre sacudía su brazo para continuar su marcha. Nació vencido, ausente, nunca soñó conocer la batalla perpetua de la vida, su única felicidad eran sus mapas. Los acariciaba todos los días como si fueran los últimos de su existencia. Representaban ya el fin del itinerario en su combate contra las sombras. Recuerdo los labios blancos de Alejandro, las marcas en sus muñecas. El llanto pausado de mi madre. La ambulancia…Lo arrinconaron para siempre en la otra orilla de la vida, en una región sombría de mañanas sin sol, lo arrojaron solo y sin mapas, a la noche cerrada
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