La casa, el color, el libro, el espejo... aquel olor penetrante, casi nauseabundo que envolvía la Carencia de Todo. La ausencia de cerraduras y su fácil acceso... demasiadas coincidencias sí. En el suelo sólo relucía aquella moneda de plata, extraña, fulgurante. Se asemejaba al óbolo. ¿Habría dejado Caronte de recibir la compensación por sus servicios?. El barquero de Hades era el encargado de traspasar a los difuntos el río de Aqueronte para llevarlas a su descanso eterno.
Aquella casa sin tiempo en el tiempo había sido la puerta de paso a otra realidad...
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