Me acuerdo que aquella tarde pasamos las horas lentas recostados en el pasto mirando el cielo.
-Mira, esas nubes parecen dos personas- dijo ella, rompiendo un silencio de algodón y segundos después señalando. El movimiento hizo ondear sus rulos, remolinos de vapor húmedo.
-Nada que ver. - contesté por reflejo, aunque cuando miré detenidamente estuve de acuerdo. –Se mueven mucho como para ser personas.
-¿Lo qué?- increpó. -Estás loco, mira bien. Esas personas que están allá abajo tienen forma de nube- señaló, y sus remolinos de niebla flotaron como si fuesen rulos.
-Si tu dices…- contesté. –Para mí están demasiado quietas.
Y así pasamos el resto del día, recostados en el cielo y mirando el pasto allá a lo lejos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario