Mientras hablaba con él, se dejó caer de espaldas en la cama, semidesnuda, con el móvil en su oreja derecha. La voz comenzó a sonar lejana y absurda, y ella solo pensaba en ti mientras hablaba con él. Se abandonó a tu creciente presencia, el aire se volvía más dulce por momentos, las sábanas más suaves y la habitación más roja; la voz casi desapareció incluso antes de colgar el teléfono.
Ella se quedó durante unos segundos mirando al techo con una sutil sonrisa de satisfacción en los labios, en realidad, todo su cuerpo sonrió.
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