LA LLEGADA DE LA LUNA AL HOMBRE
(DAVID SALVO JIMÉNEZ)
El 20 de julio de 2069, la Luna pisó al hombre por vez primera pero no le hizo daño. Se trataba de un pescador chino que no pudo más que asustarse.
La Luna en sus primeras declaraciones afirmó: "Es un pequeño paso para mí pero un gran paso para la Satelinidad"
No todos creyeron esta historia. Algunos planetas -fuera del sistema solar, por supuesto- han dudado de su veracidad ya que los hombres sólo se pisan a si mismos pero es imposible entrevistar al pescador chino, no ha vuelto de su lado oscuro.
Cerquísima quedó el microrrelato "Monotonía" y otros destacados por el jurado son los siguientes: Hotel, Paideia, Pensamiento en frío, Can, Desesperado encuentro, Columpios, El hombre gris, Milagros, Herida, Un poco de vidilla, El mosquito, La navaja de Ockham y Hambre... Enhorabuena a todos... y hasta el 2012 de la mano del Hotel Costa Narejos
lunes, 25 de abril de 2011
miércoles, 20 de abril de 2011
COBIJO
Nunca supo que momento su pareja se había convertido de ser un príncipe, en un monstruo ,ella no tenia ni padres ,ni amigos en esa ciudad.
Tenia mucho sueño ,buscaba donde pasar la noche ,buscaba cobijo ,encontró un
hotel .
Estuvo reflexionando toda la noche, por fin era dueña de sus propias decisiones ,iba a empezar una nueva vida ,ella era única ,ella era una gran mujer, ella no estaba sola, tenia la mejor compañera del mundo ,se tenia a si misma.
Tenia mucho sueño ,buscaba donde pasar la noche ,buscaba cobijo ,encontró un
hotel .
Estuvo reflexionando toda la noche, por fin era dueña de sus propias decisiones ,iba a empezar una nueva vida ,ella era única ,ella era una gran mujer, ella no estaba sola, tenia la mejor compañera del mundo ,se tenia a si misma.
ARREPENTIMIENTO
El asesino en serie se arrepintió de su mala vida. Por eso, ya en el lecho de muerte se aseguró de dejar atado todo cuanto debía hacerse para donar sus órganos vitales. Los médicos procedieron con la diligencia habitual en estos casos, pero, lamentablemente, era demasiado tarde. Cuando le abrieron el pecho, observaron, sin sorprenderse demasiado, que tenía el corazón como una piedra.
AMOR ETERNO
Cuando estaba a punto de besarla, me dijo que me parecía a Burt Lancaster en De aquí a la eternidad. Sonreí y me quedé callado, pero ella insistió: “¿me parezco yo a Debora Kerr entregada a un apuesto capitán?”. Para evitar que su pasión muriera junto a alguien incapaz de darle conversación, le mentí: “no voy al cine, prefiero la lectura”. “Ah, -repuso-, ¿Crimen y castigo o prefieres Guerra y Paz?”. Sopesé si continuar la farsa y contestarle: “no leo novelas, prefiero la poesía”, pero lo pensé mejor y respondí: “Sin duda, Crimen y castigo”. Y enseguida me abalancé sobre ella, no sólo para besarla sino, sobre todo, para evitar que nuestro amor quedara sepultado allí mismo, bajo su sabiduría.
LA LLEGADA DE LA LUNA AL HOMBRE
El 20 de julio de 2069, la Luna pisó al hombre por vez primera pero no le hizo daño. Se trataba de un pescador chino que no pudo más que asustarse.
La Luna en sus primeras declaraciones afirmó: "Es un pequeño paso para mí pero un gran paso para la Satelinidad"
No todos creyeron esta historia. Algunos planetas -fuera del sistema solar, por supuesto- han dudado de su veracidad ya que los hombres sólo se pisan a si mismos pero es imposible entrevistar al pescador chino, no ha vuelto de su lado oscuro.
La Luna en sus primeras declaraciones afirmó: "Es un pequeño paso para mí pero un gran paso para la Satelinidad"
No todos creyeron esta historia. Algunos planetas -fuera del sistema solar, por supuesto- han dudado de su veracidad ya que los hombres sólo se pisan a si mismos pero es imposible entrevistar al pescador chino, no ha vuelto de su lado oscuro.
Libia
Un vecino apellidado España, dueño de una fábrica de bates de béisbol, con el beneplácito de la comunidad de propietarios, vendió al violento y déspota inquilino del quinto Gadafi, aficionado a los jonrón, uno edición especial madera de pino con la firma de la estrella Barry Bonds, sin importarle las consecuencias que la venta pudiera acarrear, primando sólo el beneficio económico. Al poco tiempo, las agresiones al vecindario aumentaron en intensidad y dureza. Una mañana, los maltratados, se rebelaron contra el animal buscando auxilio en la comunidad, exigiendo en pacífica manifestación el abandono del sátrapa del inmueble. Al llegar a la puerta del denunciado, el tipo agarró salvaje el bate cargando contra el barrio.
Los viejos zapatos de Pepo
Pepo quería unos zapatos nuevos. No porque estuvieran viejos, si no porque los que tenía no le gustaban. Llevaba días protestando y pidiéndole a su madre unos:
–Mamá todos en la escuela tienen zapatos nuevos. Mira los míos, están rotos. Cómpramelos, cómpramelos, cómpramelos…- Repetía Pepo caprichoso.
Su madre, cansada de la insistencia de su hijo y viendo que no estaban tan viejos y que no tenía dinero para comprarle otros, decidió escondérselos.
A la mañana siguiente Pepo le preguntó a su madre:
- Mamá ¿dónde están mis zapatos?
-A lo que esta respondió:
-Tuve que tirarlos, estaban demasiado viejos. Tendrás que ir descalzo a la escuela.
-Pepo corrió entonces a buscar los viejos zapatos a la basura.
–Mamá todos en la escuela tienen zapatos nuevos. Mira los míos, están rotos. Cómpramelos, cómpramelos, cómpramelos…- Repetía Pepo caprichoso.
Su madre, cansada de la insistencia de su hijo y viendo que no estaban tan viejos y que no tenía dinero para comprarle otros, decidió escondérselos.
A la mañana siguiente Pepo le preguntó a su madre:
- Mamá ¿dónde están mis zapatos?
-A lo que esta respondió:
-Tuve que tirarlos, estaban demasiado viejos. Tendrás que ir descalzo a la escuela.
-Pepo corrió entonces a buscar los viejos zapatos a la basura.
Las palabras que caminan solas
Soledad buscaba un libro en la biblioteca cuando le sorprendió una puerta que nunca antes había visto. Curiosa decidió abrirla. Recorrió casi a oscuras un largo pasillo que le condujo a una gran sala llena de personas. Hablaban continuamente, corriendo de un lado a otro, algunas solas, otras en grupo. Las conversaciones se mezclaban y Soledad apenas podía distinguir lo que decían. A entrar, se fijó en una anciana que estaba sola y observando cuanto ocurría a su alrededor le pregunto dónde estaba.
Sabiduría, ese era el nombre de la anciana, le respondió que estaba en el país donde todo era posible, incluso el que algunas palabras caminaran solas. Amor paseaba sin condiciones o alegría, por ejemplo, bailaba sin música.
Sabiduría, ese era el nombre de la anciana, le respondió que estaba en el país donde todo era posible, incluso el que algunas palabras caminaran solas. Amor paseaba sin condiciones o alegría, por ejemplo, bailaba sin música.
SIN ELLA
-¿Dónde está el perro?
Pregunto a la vuelta del trabajo, después de saludar al pequeño Luis y convencido de que un día mi suegra dejará la puerta abierta para que el animal se vaya.
-Siempre la misma preguntita, como si no lo supieras…
Responde antes de marcharse y dejarme solo ante las rutinas de la noche.
Yo voy a la habitación, claro, para comprobar que sí, que ahí está, amodorrado en su lado de nuestra cama, sin intención alguna de saludarme. Y mi vista se nubla, porque me cuesta aceptarlo, pero está claro que él también la sigue echando de menos.
Pregunto a la vuelta del trabajo, después de saludar al pequeño Luis y convencido de que un día mi suegra dejará la puerta abierta para que el animal se vaya.
-Siempre la misma preguntita, como si no lo supieras…
Responde antes de marcharse y dejarme solo ante las rutinas de la noche.
Yo voy a la habitación, claro, para comprobar que sí, que ahí está, amodorrado en su lado de nuestra cama, sin intención alguna de saludarme. Y mi vista se nubla, porque me cuesta aceptarlo, pero está claro que él también la sigue echando de menos.
YO, CAPITAN COBARDE
Fijó su mirada en aquellas nubes negras que amenazaban tempestad. La lluvia arreciaba cada vez más violenta, la mar aumentaba su nivel, mientras la espuma blanca golpeaba el triste navío.
Enzo Noir, intentaba pedir ayuda por medio de la radio que existía en el cuadro de mando, al darse cuenta de su fatídico final, su nerviosismo le hizo el primero en abandonar el barco en un bote auxiliar. Se alejaba de sus recuerdos, mientras se hundían poco a poco, en alta mar.
Después de pasar muchos años, el capitán me contó la trágica pérdida de la tripulación y aunque debió ser el último en abandonar, me alegro que mi padre fuera, cobarde capitán en alta mar.
Enzo Noir, intentaba pedir ayuda por medio de la radio que existía en el cuadro de mando, al darse cuenta de su fatídico final, su nerviosismo le hizo el primero en abandonar el barco en un bote auxiliar. Se alejaba de sus recuerdos, mientras se hundían poco a poco, en alta mar.
Después de pasar muchos años, el capitán me contó la trágica pérdida de la tripulación y aunque debió ser el último en abandonar, me alegro que mi padre fuera, cobarde capitán en alta mar.
Diseñador de caballerizas
Me acuerdo de las historias vividas en su juventud, su pueblo natal debía de ser como un parque de atracciones en la actualidad, nunca existía descanso para un niño, siempre había alguien con quién jugar y cosas con las que disfrutar, aunque simplemente fuera un viejo trozo de tela.
En aquellos años de su vida, además de jugar y cuidar de sus hermanos, realizaba trabajos con esparto, bueno mejor dicho; era diseñador de caballerizas, como decía él.
Ahora pienso en todo aquello, su mirada delatando esa sabiduría que me quería transmitir, sus consejos de padre y por supuesto, sus ganas de contagiar aquellos sanos maravillosos años.
¿ Te acuerdas, cuándo... ? - me preguntó esta mañana con un hilo de voz -.
Sonreí por primera vez, porque ahora sí, me acuerdo de todo su ayer.
En aquellos años de su vida, además de jugar y cuidar de sus hermanos, realizaba trabajos con esparto, bueno mejor dicho; era diseñador de caballerizas, como decía él.
Ahora pienso en todo aquello, su mirada delatando esa sabiduría que me quería transmitir, sus consejos de padre y por supuesto, sus ganas de contagiar aquellos sanos maravillosos años.
¿ Te acuerdas, cuándo... ? - me preguntó esta mañana con un hilo de voz -.
Sonreí por primera vez, porque ahora sí, me acuerdo de todo su ayer.
EL SENTIMIENTO IZQUIERDO
Era lo torcido, la vía no recta hasta el corazón. Era la mutación del sentir sencillo que inspira la poesía en el espíritu de los hombres. Era la forma obscena de una flor truncada. Era la entonación equívoca de una palabra amable. Era la esquiva sonrisa del falso interés. Era una afinidad tan profunda que a la fuerza debía ser mentira. Era la risa sin humor. Era el caer de la tarde sin el resplandor mortecino del crepúsculo. Era la luna sin su superficie horadada. Era la mirada vacía que se pretendía cargada de significado. Era el beso seco de un amante.
La perla africana
Nadie en la calle excepto ella. A lo lejos, se oye música. Ella no la escucha. No conoce el idioma de su nueva patria, ni tiene a nadie a quien contar sus inquietudes. De donde viene, decían que era como una perla. Como el perfume del ébano. Ahora es dura como la roca. Su olor, de colonia barata. La gente que le habla es porque sabe que la perla africana te hace feliz por muy poco. Ella buscaba el paraíso. No tiene nombre. El nombre lo perdió cuando su dignidad decidió marcharse. De pronto, empieza a oír la música. Antes le recordaba a su casa. Ahora ya no, ahora simplemente llora. El paraíso no se creó para ella.
EL MATADERO TERRESTRE
Todos los metros del mundo estallan dentro de mí. Me resulta complicado discernir entre el bien y el mal. Me descubro a mí mismo dentro de un vagón de metro. Me alegro de estar sentado. Soy la media aritmética de un resto de seis paradas, soy los ojos de sus caras automáticas. La muchedumbre intercambia extremidades. Mi mano derecha tiembla levemente y quiere comenzar a arder, pero yo me hago el dormido. Entra paz y tranquilidad, sale tensión y nerviosismo: abdominalmente simple. El universo quiere que el hacinamiento estalle al abrirse aquellas puertas. Salgo con el fuego controlado y las hordas me guían con su inercia hacia la luz que no existe. Suben las hormigas al matadero terrestre
Recuerdos de anoche
Los rayos del sol invaden el espacio de bienestar. Sentado en el banco, impregnado por un arrullo incesante y aleteo de palomas. Rememoro. Abro el cuaderno cerúleo donde mi alma revoloteaba olores del reencuentro... Puedo sentir de nuevo el roce de tus labios, los lengüetazos sobre los pezones erguidos; mientras escribo. Es entonces cuando renazco, plenito de placer. Flotan pensamientos. En mi pecho nacen azucenas, ocasos neuronales traen diligentes primaveras nutriéndome felicidades irresolutas. Bocanada ilusión. Pero retorno a la tierra, al asiento del parque, ahogando la sangre en fantasmales interrogantes cotidianos. Reflexionando comprendo que el amor nos hace libres. Anoche dijiste: te quiero. Ahora añadiendo experiencias en el cuaderno, reconozco: me devolviste a la vida.
Cambio recuerdos por nueva vida
Todos mis recuerdos se secaron al sol, a la luna y a las noches frías de invierno. Algunos comenzaron a volar por el movimiento acompasado del aire y otros seguían allí colgados como un buque amarrado en el puerto. Finalmente, recogí todo lo que hace tiempo colgué en aquel viejo tendedero de mi balcón y cambié viejos recuerdos por flores de colores, flores que bailaron al son de una música movida y a conjunto de una nueva sonrisa que una amiga compró para mí en uno de esos bazares de la India.
Hoy, por fin, tras una larga espera, tras incansables noches en vela y mañanas de inexplicable resaca de sueños, por fin he podido retomar mi nueva vida.
Hoy, por fin, tras una larga espera, tras incansables noches en vela y mañanas de inexplicable resaca de sueños, por fin he podido retomar mi nueva vida.
Ausencias y realidades
Me duele, y, créeme que, lo que menos me importa es que te hayas ido sin ni siquiera despedirte, dejándome sola y vacía, abandonándome sin escrúpulos ni sentimiento alguno. No, lo que más me duele es que aniquilaste mi orgullo y mi autoestima con el simple hecho de engañar mi resentida intuición. En mis fantasías te veo triunfador y satisfecho al creerte el ganador de ese peligroso juego que, aparentemente inocente, controlaba mi voluntad como si de una marioneta me tratara. Sin embargo, tu ya prolongada ausencia, provoca en mí una euforia desmedida, una clara conciencia, ya no te intuyo perdedor, ahora tengo absoluta certeza de que lo eres…te haces real en la infinita distancia…
Entre gotas
Debo de confesar, que muchas veces, cuando las primeras gotas de la lluvia se derramar sobre el cristal de mi habitación, puedo pasar horas mirando por la ventana y recordar uno a uno los momentos que habitaron en mi infancia.
Inevitablemente siempre lloro al compas que esas gotas que incansables salpican en la ventana y luego mojan el suelo de la ciudad.
Tengo la misma sensación que al probar el sorbete de limón, algo dulce y acido al mismo tiempo, que nunca llega a empalagar… puede que sea la sensación que se siente al entremezclar la nostalgia con los recuerdos. Es curioso pero ni la tristeza de la nostalgia, ni la felicidad de los buenos recuerdos podrían vivir por separado.
Inevitablemente siempre lloro al compas que esas gotas que incansables salpican en la ventana y luego mojan el suelo de la ciudad.
Tengo la misma sensación que al probar el sorbete de limón, algo dulce y acido al mismo tiempo, que nunca llega a empalagar… puede que sea la sensación que se siente al entremezclar la nostalgia con los recuerdos. Es curioso pero ni la tristeza de la nostalgia, ni la felicidad de los buenos recuerdos podrían vivir por separado.
La presentación
Había acudido para la presentación del resultado del Taller Literario: un sencillo libro de relatos.
Allí estaba también una compañera. Habíamos compartido el espacio virtual del Taller Literario, corregido mutuamente nuestros textos, aprendido al unísono técnicas variadas para mejorar nuestra expresión. Ambos aparecíamos en ese libro, con un relato donde habíamos volcado nuestra alma en palabras.
–¡Hola!, ¿cómo estás? –le dije.
Mientras ella se había mostrado tal cual, con su foto por avatar, yo había preferido ocultar, como tantas otras veces, mi realidad personal.
–¿Te conozco? –contestó distante.
Observé el rechazo en su actitud.
–No.
Escogí la respuesta para seguir siendo amigos en nuestro mundo virtual… esperando que se presente en otro momento una oportunidad más apropiada.
Allí estaba también una compañera. Habíamos compartido el espacio virtual del Taller Literario, corregido mutuamente nuestros textos, aprendido al unísono técnicas variadas para mejorar nuestra expresión. Ambos aparecíamos en ese libro, con un relato donde habíamos volcado nuestra alma en palabras.
–¡Hola!, ¿cómo estás? –le dije.
Mientras ella se había mostrado tal cual, con su foto por avatar, yo había preferido ocultar, como tantas otras veces, mi realidad personal.
–¿Te conozco? –contestó distante.
Observé el rechazo en su actitud.
–No.
Escogí la respuesta para seguir siendo amigos en nuestro mundo virtual… esperando que se presente en otro momento una oportunidad más apropiada.
Sobrevida
La sobrevida cabe en cualquier folio, estoy acostumbrado a dejarla encima de las mesas —generalmente de cuatro patas— o en bolsas negras de basura donde se asfixia un rato y sobrevive por los poros menudos del plástico y mi incapacidad para hacer nudos. Es un restaurante itinerante, se clava en la madera, viaja en los bichos. En las mesas se regodea entre artefactos electrónicos y los desordenes de la gastronomía tropical, su curiosidad navega hacia los pasos peatonales, quiebra floreros, colecciona teselas. No he podido resolver la ecuación, la sobrevida continuará resistiendo mis asaltos perpetuos y arrojando imanes, aún cuando yo no esté.
QUÉ SOMOS
¿Qué somos? Somos lágrimas en el tiempo…Somos almas que brillan en la oscuridad y sombras que se refugian en la noche...Recios soñadores o meros espectadores…Somos ilusión y tristeza…Pero, ¿Qué somos? Tan sólo somos aire, ráfagas de recuerdos arrebatadas al olvido...Tan sólo somos suspiros del destino, una parte insignificante del universo colosal… Donde la complejidad nace imperfecta, donde la simplicidad se antoja utópica…Somos seres brillantes, etéreos…Somos luchadores y perdedores, bufones y comediantes, ladrones y embusteros…Somos personas, a veces lo somos todo, otras veces no somos nada…
Unicidad,
Andando bajo el sol, con su piel algo colorada, comprendió que ya no estaban ni la remolacha ni el pimiento de su almuerzo, para entonces todo era él... Todo, pero sólo él.
Eternidad
“Si no me besas ahora, te echaré de menos toda mi vida” Entonces se hizo un silencio. Me sujetó la barbilla con dulzura y levantó mi rostro. Crucé todo el océano en sus ojos y sentí que naufragaba en su mirada. Olvidé quién era, mi casa, mi familia, mi nombre… y cerré los ojos para sentir el primer beso en miles de años. Me aparté un segundo para que viera mis lágrimas y le mostré mis manos vacías. Él me llenó las manos con las suyas mientras besaba mis ojos salados. Sonaron las sirenas como monstruos en la noche. Me agarró con firmeza mientras me regalaba toda su vida. Atravesando el gentío, subimos la escalinata del “Titanic”.
LA BÚSQUEDA
Tras cruzar la calle, me di cuenta de que ya no estaba.
La busqué bajo la luz de las farolas, en los reflejos de los escaparates, junto a las paredes…; pero todo fue inútil. Había desaparecido.
Vi entonces a un anciano que sentado sobre un banco me observaba.
-¿Vd. también se ha dado cuenta? -le pregunté.
-¿Cuenta de qué? –me respondió intrigado.
-De mi sombra…; acabo de perder mi sombra.
-Lo lamento, pero no voy a poder ayudarle. He avisado de que no me encontraba bien y seguramente vendrán a buscarme de un momento a otro.
Dicho esto se levantó y tras alejarse unos pasos, se giró hacia mí repentinamente.
-¡Eh, fíjese…! Yo también la he perdido...
La busqué bajo la luz de las farolas, en los reflejos de los escaparates, junto a las paredes…; pero todo fue inútil. Había desaparecido.
Vi entonces a un anciano que sentado sobre un banco me observaba.
-¿Vd. también se ha dado cuenta? -le pregunté.
-¿Cuenta de qué? –me respondió intrigado.
-De mi sombra…; acabo de perder mi sombra.
-Lo lamento, pero no voy a poder ayudarle. He avisado de que no me encontraba bien y seguramente vendrán a buscarme de un momento a otro.
Dicho esto se levantó y tras alejarse unos pasos, se giró hacia mí repentinamente.
-¡Eh, fíjese…! Yo también la he perdido...
LA PALIZA
Me estaban dando una paliza. El primer puñetazo es el que más daño hace. Los siguientes, ya en caliente, duelen después. Cuando terminan se apartan a un lado y se encienden unos cigarrillos. Aprovecho para levantarme y sacudir mis pantalones, de los que saco unos pañuelos con los que taponar la nariz. Me aliso el pelo y consigo meter el brazo por la manga de la chaqueta. Ajusto la corbata y miro hacia el suelo porque he perdido el pasador y esto me va a joder la colección de pasadores. Lo encuentro y lo recojo. Pienso que al fin y al cabo tengo suerte y camino. Al alejarme los oigo charlar, tal vez, comentando el trabajo: Bla, bla, bla.
La ovación
Camino del atril, le vimos cansado: arrastraba los pies y tenía los hombros caídos. No, el ministro no tenía que haberse molestado en venir a la cámara para presentar aquella ley. Preparó los papeles. Cuando el ujier le trajo el agua, se giró hacia el presidente de la cámara, una costumbre heredada de tiempos pasados.
-Señor presidente…
De pronto, se escucharon los primeros aplausos. En un instante, todos los diputados estábamos de pie y aplaudíamos. Incluso Teixeira. El ministro se echó un trago de agua. Trató de hablar, pero los aplausos se intensificaron.
Finalmente, recogió los papeles y caminó despacio hacia su escaño. Sólo cuando se sentó, comenzaron a amortiguarse un poco los aplausos. Diez minutos después, se extinguieron totalmente.
-Señor presidente…
De pronto, se escucharon los primeros aplausos. En un instante, todos los diputados estábamos de pie y aplaudíamos. Incluso Teixeira. El ministro se echó un trago de agua. Trató de hablar, pero los aplausos se intensificaron.
Finalmente, recogió los papeles y caminó despacio hacia su escaño. Sólo cuando se sentó, comenzaron a amortiguarse un poco los aplausos. Diez minutos después, se extinguieron totalmente.
BESO
Después de muchas pruebas, yo, el sapo, pude darte un beso princesa. Y ocurrió lo que presentía. No aguanté tus labios mojados, la ciénaga de tu lengua, la frescura de tu tacto. Me convertí. Ahora, soy un sapo enamorado.
MI DULCE BEBÉ:
Cada vez que la miraba me asaltaba la imagen de un algodón de feria, tan rosada y blandita era. Un día le crecieron dos alas, y echó a volar. Fue el mismo día en el que le cambió la voz.
Jaque…
Hoy en la mañana se me vino a la cabeza el tablero de ajedrez que compranos en el viaje de luna de miel a Rusia. Mientras te abrías paso por mi cuerpo y me invadían tus manos me rebotó varias veces la certeza de que jamás hemos jugado una partida. Ahí está, de adorno. Indúes con tamañas hazañas. Los rusos de contiendas mentales. Tú, adormilado, te encajabas, te venías y ya. Yo no abrí los ojos. A veces tengo suerte. Hoy no. Me aferré a la tabla sin llegar a nada. Fue cuando supe que era el fin. Hoy en la mañana cuando desayunemos te preguntaré qué haremos con el tablero de ajedrez. Contigo, la verdad, no sé qué haré.
El bolso de la suerte
A Yamina Mamani, la cual confecciona bolsos en la calle del Carmen de Quito, se le acaba de caer un diente. Lo inserta dentro del bolsillo de adorno verde de un bolso para cobrar suerte. La turista y antropóloga Jane Smith le compra el bolso que se lleva de regalo para su hija adoptiva a Nueva York . Anne, usa el bolso por cinco años para llevar libros y lápices. Al graduarse regala sus cosas al Ejército de Salvación que exporta el bolso en un fardo de ropa de segunda a Quito. Yamina, que está de compras, reconoce el bolso en un puesto. Palpa el bolsillo verde. Sonríe. Suerte. Su sonrisa todavía exhibe el hueco. Su puño sostiene el diente.
EL ÚLTIMO BILLETE
Era el último billete que le quedaba para gastar. Después, podría considerarse definitivamente en bancarrota. No había podido hacer frente a sus cada vez mayores gastos: las acuciantes deudas, los sangrantes préstamos, los malditos seguros... Finalmente, el banco se había quedado con su casa y con su vida.
Ahora le tocaba decidir qué hacer con aquel último billete. Gastar o invertir, aunque esta última opción no le había traído suerte hasta el momento. Sin embargo, y por simple casualidad, creyó percibir a la Diosa Fortuna esperándole a la vuelta de la esquina.
Ahora le tocaba decidir qué hacer con aquel último billete. Gastar o invertir, aunque esta última opción no le había traído suerte hasta el momento. Sin embargo, y por simple casualidad, creyó percibir a la Diosa Fortuna esperándole a la vuelta de la esquina.
Nudo en el estómago
Ayer fue un día terrible. Como todos los domingos fui a comer a la casa de mi abuela con el Tuqui, mi hermano menor. Mi vieja nos vistió con las mejores pilchas, heredadas de mi primo Coquito, el que tiene plata. Cuando la Nona abrió la puerta ya sentí un olor raro. Mi hermano. como buen muerto de hambre que es, abrió la tapa de la olla y ahí se me hizo un nudo en el estómago. Me senté debajo de la higuera y hasta la hora que volvimos a casa no me moví. Mi hermano vino tres veces a buscarme pero no comí, le dije que estaba descompuesto.
La tercera vez el Tuqui me dijo - Le voy a contar a mamá que no probaste bocado, mirá que hacerle asco a la comida, de agrandado que sos.
Entonces yo aguantando las lágrimas, con bronca, casi gritando, le respondí- Yo lo quería a Plumita Blanca. Lo vi nacer al patito en esta casa.
SOL DE OTOÑO
La tercera vez el Tuqui me dijo - Le voy a contar a mamá que no probaste bocado, mirá que hacerle asco a la comida, de agrandado que sos.
Entonces yo aguantando las lágrimas, con bronca, casi gritando, le respondí- Yo lo quería a Plumita Blanca. Lo vi nacer al patito en esta casa.
SOL DE OTOÑO
martes, 19 de abril de 2011
Un hermano
David y Eli tenían sólo 10 y 7 años y era ya de noche. Pero no volverían hasta que Rolfo apareciera. ¡Era de la familia, y no le abandonarían! Eso se lo habían enseñado desde pequeños. Rolfo era un buen perro, seguro que no andaba muy lejos…
Caminaron un rato más. Eli iba rezagada. David dobló una esquina, y fue cuando lo vio: Rolfo estaba inmóvil en un charco de sangre. Era imposible que estuviera vivo. David se giró, reprimiendo el llanto; Eli no podía ver aquello. La convenció para regresar a casa alegando que era muy tarde. Antes de empezar a andar, miró a Rolfo y se despidió. Para él, no era una mascota; era casi un hermano.
Caminaron un rato más. Eli iba rezagada. David dobló una esquina, y fue cuando lo vio: Rolfo estaba inmóvil en un charco de sangre. Era imposible que estuviera vivo. David se giró, reprimiendo el llanto; Eli no podía ver aquello. La convenció para regresar a casa alegando que era muy tarde. Antes de empezar a andar, miró a Rolfo y se despidió. Para él, no era una mascota; era casi un hermano.
Seishi
Comienza un nuevo día, precioso, tranquilo, soleado. La única oscuridad que hoy se puede encontrar aquí es la mía, y la de mi corazón. Pero... Mientras ella esté aquí, la luz de su sonrisa iluminará esa oscuridad.
Me llamo Seishi. Y digo "me llamo" de manera literal, pues nadie más lo hace. Nadie conoce mi existencia, nadie me ha visto nunca. Me bauticé con ese nombre en japonés, ''muerte y vida'',con la esperanza de que, algún día, ella pudiera llamarme así, pero...
Kanae no sabe quién soy. Siempre la he acompañado, pero ella no sabe que existo. Todo cuanto puedo hacer es seguirla y velar por su seguridad. Me basta saber que, si ella pudiera, me lo agradecería.
Me llamo Seishi. Y digo "me llamo" de manera literal, pues nadie más lo hace. Nadie conoce mi existencia, nadie me ha visto nunca. Me bauticé con ese nombre en japonés, ''muerte y vida'',con la esperanza de que, algún día, ella pudiera llamarme así, pero...
Kanae no sabe quién soy. Siempre la he acompañado, pero ella no sabe que existo. Todo cuanto puedo hacer es seguirla y velar por su seguridad. Me basta saber que, si ella pudiera, me lo agradecería.
Mi particular ángel
A qué huelen los ángeles? Edward Stevenson trataba de recordarlo. Plantado en la calzada de una calle de Nueva York, con el tráfico parado a su alrededor, Edward veía salir corriendo a la persona que le acababa de salvar la vida.
Inmerso en sus pensamientos, Edward no había visto cómo el enorme autobús se saltaba el semáforo. Un transeúnte desconocido corrió a empujarle para ponerle a salvo, aunque con ello se había arriesgado a que el autobús aplastase su propio cuerpo. Después, se dio a la carrera.
Ese día, Edward planeaba su suicidio. Pero en ese instante, aprendió a apreciar la vida. Comprendió que aún quedan motivos para vivir, que quedan ángeles. El suyo, cree, olía a gasolina.
Inmerso en sus pensamientos, Edward no había visto cómo el enorme autobús se saltaba el semáforo. Un transeúnte desconocido corrió a empujarle para ponerle a salvo, aunque con ello se había arriesgado a que el autobús aplastase su propio cuerpo. Después, se dio a la carrera.
Ese día, Edward planeaba su suicidio. Pero en ese instante, aprendió a apreciar la vida. Comprendió que aún quedan motivos para vivir, que quedan ángeles. El suyo, cree, olía a gasolina.
Sexo de tendedero
La polea de la cuerda de tender que une la ventana de la cocina de mi vecina con la mía, chirría cada vez que ella tiende algo. Con un movimiento ensayado hace que la polea chirríe hasta que ve mi sombra tras la ventana, y entonces comienza a colgar su ropa interior. En ese momento, hacemos el amor. No es un polvo al uso; no hay contacto, ni caricias, pero sí hay amor y delicadeza. Aunque los dos llevamos la ropa puesta y nos separan unos metros, hacemos el acto sexual de una manera tan intensa y entregándonos uno al otro de tal manera que cuando terminamos cada uno siente un vacío inconmensurable.
Alexandrium catenella
- ¿Qué escribes?
- Obscenidades en pétalos secos de lirios que luego arrojo al mar
- Obscenidades en pétalos secos de lirios que luego arrojo al mar
ETERNIDAD
Julia me recibió ayer en nuestro nuevo hogar, el que por fin compartiremos después de tanto tiempo separados. Hace cincuenta años le di mi palabra de que estaríamos juntos para toda la eternidad pero la vida tenía otros planes y el cáncer impidió que nuestro sueño se cumpliese. Nada de eso importa ya y sólo por recibir su caricia sobre mi piel marchita han merecido la pena las discusiones con mi esposa y su incomprensión cuando decidí renunciar al panteón familiar para comprarme un nicho en este pequeño cementerio donde Julia, mi único amor, llevaba décadas esperándome.
El autobús nº 32
Llueve, dentro y fuera. El autobús va repleto de gente. Escenario de un día trágico.
De pronto se cruzan dos miradas, una de ellas la mía. Le sonrío pícaramente. Se sonroja y retira la mirada.
Nos separan 12 personas, una vida estática y una mujer con dos hijos, la mía.
Hago acopio de valor. Cruzo el autobús. Me pongo a su lado. Ya sólo tengo que sobrepasar la barrera mental.
Para el autobús. Se abre la puerta. Entra la lluvia mojándome los zapatos y la rutina.
Es mi parada, la realidad.
Me mira. Mis pies bajan. Mis miedos se quedan dentro. Hoy he estado un poco más cerca. Quizás mañana encuentre el valor...
De pronto se cruzan dos miradas, una de ellas la mía. Le sonrío pícaramente. Se sonroja y retira la mirada.
Nos separan 12 personas, una vida estática y una mujer con dos hijos, la mía.
Hago acopio de valor. Cruzo el autobús. Me pongo a su lado. Ya sólo tengo que sobrepasar la barrera mental.
Para el autobús. Se abre la puerta. Entra la lluvia mojándome los zapatos y la rutina.
Es mi parada, la realidad.
Me mira. Mis pies bajan. Mis miedos se quedan dentro. Hoy he estado un poco más cerca. Quizás mañana encuentre el valor...
Su último viaje
En aquel instante lo supe. No necesitaba una palabra de aliento ni infinitos encuentros para recordar lo que significa ser feliz. Con tan sólo una mirada, aquella noche comenzó a tener sentido. Y allí estaba, inmersa en sonidos ajenos, inquieta por el paso del tiempo y ausente de sonrisas ansiosas de aceptación. No importaba la historia de ella o la de él porque si mirabas más allá podías acariciar la soledad muy cerca de ti. Momentos repletos de ilusión, de melodías nacidas del corazón, de sueños que en un día dejaron de hablar. Esta era su historia, lo que importaba, lo que tenía muy cerca de mí. Y sigue a mi lado, en mis acordes, aunque ella no lo sepa.
Su último viaje
Hay silencios que cuentan grandes verdades. Sentada junto a la ventana en aquel vagón, recordaba cada segundo de todo lo que dejaba atrás. Una vida en otra dirección era su destino y cerrar los ojos en aquel momento le hacía sonreír. Un principio que prometía inolvidables escenas con actores conocidos que un día pronunciaron su nombre. Y ella, con su billete de vuelta, imaginaba las palabras que sería capaz de decir sin revelar lo que tanto deseaba. Ya era su estación, y su próxima parada abrir los ojos y caminar hacia él, sin saber que este sería su último viaje.
Si ella calla
Debí suponerlo, pues el sol se había ocultado y, en la oscuridad, siempre ocurren esas desgracias. Sin embargo, nada durante ese día me advirtió del silencio que pondría fin a mi existencia, ni su sonrisa al despertar, ni su gracia para cocinar, ni su caricia en la caminata vespertina, ni su mirada justo antes de dejar de hablar por la noche. Debí suponer que después de la palabra que me dio la vida, vendría el mutismo que me la quitaría. Pero no lo hice, y ahora su silencio ha arruinado mi ser, pues yo no soy si ella calla.
EL EDIFICIO DE LA CALLE MAYOR
Aquella noche era oscura como la muerte y fría como una tumba. Las gotas de lluvia caían cloc, cloc, cloc, la niebla cerrada cegaba el entorno y el viento arremolinado empapaba la ropa haciendo que calara la gélida humedad hasta los huesos. Entre sus gafas coronadas por el gorro de lana con orejeras y su bufanda se escapaba un vaho tiritante acompasado con su caminar que le alentaba a continuar su marcha por la Calle Mayor entre las viejas farolas que apenas alumbraban. Al cabo de unos minutos franqueó un majestuoso portón de madera con dos grandes manillones dorados en forma de cabeza de léon. El interior de dicho edificio era para él de sobra conocido
TIERRA DE ESPERANZA
Elenita era menuda y enjuta a causa de la dura vida que había sufrido. Su rostro pálido estaba conformado por múltiples matices cada uno de los cuales reflejaba una insatisfacción profunda e intensa. Hacía mucho tiempo que quedó marcada a fuego, convirtiéndose en una niña, adolescente y posterior mujer deprimida, insegura y sin anhelos y esperanzas en la vida. Vivía como una autómata sumergida en la rutina. Observaba el pasar de los días sin haber conocido la alegría, el amor o la amistad, enfrascada en amargos recuerdos. Después de pasar todo aquello, decidió ir a probar suerte a Murcia, en un desesperado intento de acercarse a algo parecido a lo que podríamos llamar una vida normal
El niño y el globo
El niño soñaba con coger el globo y el globo le decía adiós con unas manos que no tenía. Pensaba en lo divertido que sería tener entre sus dedos aquel globo que parecía un moflete enorme. Un día bajó a la tierra y el niño, con gran ilusión, salió corriendo hacia él, lo alcanzó y lo abrazó fuerte, fuerte, fuerte.
El globo no pudo soportar todo el amor que el niño ponía en sus abrazos y acabó por explotar. Dicen que el niño tardó mucho tiempo en dejar de llorar. Dicen también que no fue tanto porque su globo explotara, sino porque se dio cuenta de que en realidad, ese globo que parecía un moflete enorme, estaba vacío por dentro.
El globo no pudo soportar todo el amor que el niño ponía en sus abrazos y acabó por explotar. Dicen que el niño tardó mucho tiempo en dejar de llorar. Dicen también que no fue tanto porque su globo explotara, sino porque se dio cuenta de que en realidad, ese globo que parecía un moflete enorme, estaba vacío por dentro.
Amanecía
Ellos no sabían bien dónde estaban, qué había ocurrido. Documentos de oficina mojados se mezclaban con piedras y hierros donde antes se alzaba un edificio. Y después de todo, amanecía.
INSTANTE
Ese efímero instante en que ella pasó tan cerca de él pero tan lejana a la vez con la mano en su pecho y la mirada perdida le bastó a el para enamorase de ella y dedicarle sus versos durante toda su vida.
Y ella, Beatriz, murió sin saberlo.
Y ella, Beatriz, murió sin saberlo.
NACIMIENTO
Roja sangre, dorado cabello, azul pupila, rosada mejilla, encarnados labios por los que baja una delicada lágrima. Sus livianos dedos temblorosos la recogen, comienza una nueva vida.
EL TRIPLISTA
Hasta hoy mismo, decían de él que era el mejor tirador desde la línea de 6,25; lo demostraba partido tras partido. En un lugar destacado de su casa tiene el trofeo que lo avala como ganador del concurso de triples del All Stars de la NBA. Sin embargo...
Hoy ha representado a la perfección la imagen de jugador mortecino; cabizbajo de un lado a otro de la pista. No ha logrado enchufar ni un solo triple en todo el partido; ni siquiera tocaron aro sus tiros.
Anoche descubrió a su esposa encamada con un antiguo compañero. Es el mejor triplista, pero no le van los tríos; y eso se nota en la cancha.
Hoy ha representado a la perfección la imagen de jugador mortecino; cabizbajo de un lado a otro de la pista. No ha logrado enchufar ni un solo triple en todo el partido; ni siquiera tocaron aro sus tiros.
Anoche descubrió a su esposa encamada con un antiguo compañero. Es el mejor triplista, pero no le van los tríos; y eso se nota en la cancha.
El masaje
S
e tumbó en la camilla, a regañadientes. Ella le dijo que se dejara llevar. Él la miró con ojos de aguilucho hambriento. Ella embadurnó sus manos con un aceite de esencias perfumado; las pasó por debajo de la camiseta de él; comenzó a masajear su espalda. Una vaharada de placidez ganó el ánimo de él; cerró los ojos, disfrutó cuanto pudo. Los dedos de ella acariciaron cada pliegue de su piel, sorprendiendo gratamente cada fibra de sus músculos, los cuales fueron liberándose de la tensión acumulada de igual manera que un bombardero alivia su carga mortal.
-Así quiero que me lo hagas; ¡¿entendido?! –Ordenó.
El masajista se incorporó, volviendo a su faena confundido, pero tonificado hasta un límite insospechado…
e tumbó en la camilla, a regañadientes. Ella le dijo que se dejara llevar. Él la miró con ojos de aguilucho hambriento. Ella embadurnó sus manos con un aceite de esencias perfumado; las pasó por debajo de la camiseta de él; comenzó a masajear su espalda. Una vaharada de placidez ganó el ánimo de él; cerró los ojos, disfrutó cuanto pudo. Los dedos de ella acariciaron cada pliegue de su piel, sorprendiendo gratamente cada fibra de sus músculos, los cuales fueron liberándose de la tensión acumulada de igual manera que un bombardero alivia su carga mortal.
-Así quiero que me lo hagas; ¡¿entendido?! –Ordenó.
El masajista se incorporó, volviendo a su faena confundido, pero tonificado hasta un límite insospechado…
lunes, 18 de abril de 2011
La espera.
¡Qué se puede hacer cuando el sonido de las agujas del reloj es esponjoso y no fluye! Cuando puedo oír el clamor de la sangre impulsada a la velocidad de la luz por la angustia de la demora. Las sombras del atardecer dibujan nuestras promesas en los edificios mientras escribo cada segundo con las letras de tu nombre y el color azul de tus suspiros. Maldita espera. Maldita época las horas que no estoy contigo
LA VENGANZA DEL PARAGUAS
¿Dónde habré metido el paraguas?...rebuscaba, descaradamente, en el caos del bolso, entonces agarró algo de similar textura y dimensiones y de un remango lo extrajo. No obstante, cuál sería su decepción al descubrir el pene erecto enfundado aún en el preservativo, entonces, una ligera mueca de sinsabor afloró a su faz. Con la euforia había enviado el paraguas a la amante de su marido y la lluvia continuaría estropeando su caro peinado de venganza.
EL DESANESTESISTA AZUL
Cuentan que en el gran hospital, al menor despiste del personal de sala, hacía acto de presencia un desconocido que, ataviado con bata y gorro azul, iba besando en los labios a todas las féminas tendidas en la sala de recuperación, tras cualquier intervención quirúrgica. Por extraño que parezca, la inmensa mayoría de las osculadas, mostraron al despertar un sublime estado de felicidad tal que se sintiesen como princesas y un irrefrenable antojo de comer perdices.
EL DESANESTESISTA AZUL
Cuentan que en el gran hospital, al menor despiste del personal de sala, hacía acto de presencia un desconocido que, ataviado con bata y gorro azul, iba besando en los labios a todas las féminas tendidas en la sala de recuperación, tras cualquier intervención quirúrgica. Por extraño que parezca, la inmensa mayoría de las osculadas, mostraron al despertar un sublime estado de felicidad tal que se sintiesen como princesas y un irrefrenable antojo de comer perdices.
LA PRIMERA VEZ
La primera vez, fue mi padre quien me trajo.
Para un niño de 5 años, al que el sumun de capacidad era la que cabía en el barreño en el que su madre lo bañaba todos los domingos por la mañana, aquello era un problema de cálculo indescifrable: «¿Cuanto cabría en aquél enorme barreño?»
Ahora ─que ya soy mayor─, lo contemplo y aún ando por aquellos cálculos, sin mayores progresos.
Pero recuerdo que, aquél día, aquella primera vez ─porque siempre hay una primera vez─, fue mi padre quien me trajo... y me mostró el mar.
Para un niño de 5 años, al que el sumun de capacidad era la que cabía en el barreño en el que su madre lo bañaba todos los domingos por la mañana, aquello era un problema de cálculo indescifrable: «¿Cuanto cabría en aquél enorme barreño?»
Ahora ─que ya soy mayor─, lo contemplo y aún ando por aquellos cálculos, sin mayores progresos.
Pero recuerdo que, aquél día, aquella primera vez ─porque siempre hay una primera vez─, fue mi padre quien me trajo... y me mostró el mar.
Boca creciente
Vivo con la certeza exacta de que la naturaleza humana hilvana cada paso decidido hacia la perpetuidad de lo deshumanizado. Trato de lograr una visión distinta a la que el enamorado, el sabio y el atleta obtienen desde su ángulo, certero o no, de que la quietud y la cercanía de los ojos hacia las cosas y los hombres comprende la presencia y la atención a la mirada del otro. Es tu boca junto a la mía que obtiene el sabor de tactos dispares de un desafío único creciente.
Imagen fija
Cualquiera con una cámara en la mano hubiese imaginado que no hay escena que no rompa al llanto o a la pasión, como el deseo que nos profesamos delante de nadie, en medio de todos. Praga no hubiese sido lo mismo sin el escambroso frío de las calles y el ansiado calor de tu cuerpo sin salida en una habitación de tres días enteros con sus días y sus noches. No hay vuelo sin regreso hacia ninguna parte donde jamás nos volveremos a encontrar siendo los mismos que fuimos, y la algarabía de la tarde lejana, como lo estamos nosotros.
Circe despierta sola en el lecho
Es la mañana en que darán a su hermana en matrimonio. La busca. Corre. La ve. Resplandece, pero ya no para ella. La odia por despreciar su amor. Espera y en la espera se delita. Vendrá un tiempo para vengar su ofensa. Será el día en que la ciegue de deseo por el hermoso animal que Poseidón le regalará a su ingenuo marido.
Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.
Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.
FINAL ALTERNATIVO
El reloj de pie da las doce campanadas, la muchacha corre hacia las pesadas puertas del palacio de cristal, pero estas no abren, y es que el príncipe harto de perderla una y otra vez en cada cuento que han contado, ha ordenado sellarlas ni bien los invitados entretenidos bailaban. Ahora todos encerrados descubren a la impostora por sus harapos, sus pies han crecido cinco números por la noche con el fin del encantamiento, el príncipe se espanta pero es tarde para los arrepentimientos le dice mi madre que ahora me cambia el final del cuento.
Arena
Amo la arena. Me gusta tumbarme y sentir cómo se amolda a mi cuerpo. Es verla y recordar los juegos, la pala y el cubo, la toalla de Mickey, el heladero y sus polos, las chicas mostrando su belleza mientras las olas rompen suavemente en la orilla. Me gusta enterrar un pie, un brazo, jugar a que han desaparecido y de repente, como un monstruo escondido, que vuelven a emerger. Aquí tumbado, siento los granos deslizarse, suaves, entre los dedos. Desde el accidente de avión nada ha sido igual, la arena ya no me gusta tanto. Se me cuela por todas partes y andar es muy difícil. Es mala suerte, sobrevivir y aterrizar en este maldito desierto
La tienda de recuerdos
La encontré en una tienda de souvenirs, cerca de la playa. Pelirroja, ojos de gata, simpática y seductora. Tenía un acento muy divertido y una sonrisa cautivadora. Quería venderme hasta el mostrador pero yo, riendo, le dije que con un recuerdo me bastaba. Llevaba tanto tiempo soñando con un encuentro así. Me armé de valor y le invité a un café al terminar la jornada. Sorprendida y curiosa, aceptó tomar un refresco en una cafetería cercana. Nos sentamos en una mesa de mármol y le expliqué que llevaba años persiguiéndola sin conocerla. Y que ahora, en ese pueblo, en esa tienda, en ese día, por fin, por fin había encontrado a mi madre biológica.
Un sencillo afecto
Na na na rá na na na rá, qué feliz soy y no es que sea súper optimista o vea cosas que nadie ve. Pero cuando mi esposa se inquieta por mí y me susurra esas palabras que me gusta oír, el mundo se me hace pequeño. Quiero pelear por nosotros por lo que hemos llegado a construir.
Me gusta verla sonreír, regalarle flores y decirle muchas veces cuanto la amo.
Es la única persona que me ayuda a pasar los tragos que la vida a veces pone en mi contra, cosas que me hunden y creo no poder superar. Es ilimitada y yo, yo soy su fan.
Me gusta verla sonreír, regalarle flores y decirle muchas veces cuanto la amo.
Es la única persona que me ayuda a pasar los tragos que la vida a veces pone en mi contra, cosas que me hunden y creo no poder superar. Es ilimitada y yo, yo soy su fan.
El gañán
El gañán es un personaje que por definición no se come una rosca.
Es una persona en la que vemos a simple vista que la moda en él a pasado de largo, y su peluquero debería estar más que jubilado.
Uno de los momentos donde podemos ver al gañán en acción, es en la discoteca. Aquí es cuando el gañán crea un estilo propio de comportamiento, que queriendo o no, lo aleja del resto.
Cuando en la discoteca suenan canciones que exigen mover el esqueleto con tu acompañante o conocida en esa noche loca, él decide hacer cosas totalmente incalificables.
Es una persona que consigue que las situaciones que no pueden ir a peor, vayan a peor.
Es una persona en la que vemos a simple vista que la moda en él a pasado de largo, y su peluquero debería estar más que jubilado.
Uno de los momentos donde podemos ver al gañán en acción, es en la discoteca. Aquí es cuando el gañán crea un estilo propio de comportamiento, que queriendo o no, lo aleja del resto.
Cuando en la discoteca suenan canciones que exigen mover el esqueleto con tu acompañante o conocida en esa noche loca, él decide hacer cosas totalmente incalificables.
Es una persona que consigue que las situaciones que no pueden ir a peor, vayan a peor.
SUEÑOS ROBADOS
No tuve el día, quizás no era para mí. Será que aún no estaba preparado para ello,
El caso es que deje pasar el tiempo y miré asombrado como pasaba todo. El bus, la noche, el día, la fragancia de la mujer que siempre pasaba a la misma hora, la lluvia, el rencor, la ilusión, la fe, los libros, las mañanas.
Me importaba todo y no le daba importancia a nada, me sentía mal y bien a ratos conmigo, charlaba a solas, me contestaba, me regañaba, me insultaba incluso, que va me decía, naciste y quizás aun no estés preparado para vivir.
El caso es que deje pasar el tiempo y miré asombrado como pasaba todo. El bus, la noche, el día, la fragancia de la mujer que siempre pasaba a la misma hora, la lluvia, el rencor, la ilusión, la fe, los libros, las mañanas.
Me importaba todo y no le daba importancia a nada, me sentía mal y bien a ratos conmigo, charlaba a solas, me contestaba, me regañaba, me insultaba incluso, que va me decía, naciste y quizás aun no estés preparado para vivir.
PROMESA
Estaba a punto de llegar a su destino. Las piernas le temblaban cuando bajó del tren y el viento le rozó la cara con suavidad. Respiró el aire fresco de la mañana. “Al fin”, pensó, “después de veinte años”.
Aún tardó un rato en llegar, entró sin llamar por la puerta entreabierta y allí, entre los estantes repletos de libros llenos de polvo, en aquella biblioteca olvidada de la mano de Dios, encontró a un hombre mayor ordenándolos, limpiándolos, clasificándolos… Como había hecho toda su vida, incluso durante la guerra, cuando su madre huyó con ella, prometiéndole regresar. -¿Papá? –preguntó con voz temblorosa.
Él levantó la vista y sus ojos brillaron al reconocerla: -Marina… Pensé que ya no volverías…
Aún tardó un rato en llegar, entró sin llamar por la puerta entreabierta y allí, entre los estantes repletos de libros llenos de polvo, en aquella biblioteca olvidada de la mano de Dios, encontró a un hombre mayor ordenándolos, limpiándolos, clasificándolos… Como había hecho toda su vida, incluso durante la guerra, cuando su madre huyó con ella, prometiéndole regresar. -¿Papá? –preguntó con voz temblorosa.
Él levantó la vista y sus ojos brillaron al reconocerla: -Marina… Pensé que ya no volverías…
Serenata de mal augurio
El serenatero poseía el increíble don de predecir el futuro como cantante callejero. Durante el último año profetizó cuatro acontecimientos, a cada cual más macabro, y todos se hicieron realidad. Cuando entraba en trance y se disponía a entonar uno de sus cánticos lastimeros, el pueblo entero nos reuníamos a su alrededor, trémulos como la luz de una vela. Esta fue su última serenata:
“Serenatero no te enamores
que el amor TE MATARÁ,
pues ella está casada
y a él enfadarás”
Hoy cumplo cadena perpetua por su asesinato.
“Serenatero no te enamores
que el amor TE MATARÁ,
pues ella está casada
y a él enfadarás”
Hoy cumplo cadena perpetua por su asesinato.
Educando a la antigua usanza
Don Agapito, hombre ilustrado, impartía sus clases con mano dura. Doña Eustaquia, la asistenta, incrustaba sus narices en camisa de once varas.
—María, ¿sabes que anoche Jacinto y yo…?—se atrevió a espetar Ana, una de las alumnas, a espaldas de Don Agapito. Súbitamente, encajó tal papirotazo en el occipital que se le encorvó la testuz cual caña de bambú.
—¡Don Agapito, vigílese! —increpó la asistenta.
—¡Calle usted, doña Eustaquia! Que el enseñante soy yo y le digo que la letra con sangre entra.
—Ande, ande, que en lugar de enseñante bien parece maleante.
—No me tire de la lengua doña Eustaquia que la pelo como a una gallina.
Y entre coscorrón y discusión, la pequeña Ana fantaseaba sin dilación.
—María, ¿sabes que anoche Jacinto y yo…?—se atrevió a espetar Ana, una de las alumnas, a espaldas de Don Agapito. Súbitamente, encajó tal papirotazo en el occipital que se le encorvó la testuz cual caña de bambú.
—¡Don Agapito, vigílese! —increpó la asistenta.
—¡Calle usted, doña Eustaquia! Que el enseñante soy yo y le digo que la letra con sangre entra.
—Ande, ande, que en lugar de enseñante bien parece maleante.
—No me tire de la lengua doña Eustaquia que la pelo como a una gallina.
Y entre coscorrón y discusión, la pequeña Ana fantaseaba sin dilación.
El viaje imposible
- Pues yo creo que lo va a conseguir.
- ¿Cómo puedes decir eso?-, respondí malhumorada. – Jamás he conocido a nadie tan petulante.
- Dale un voto de confianza, quizás lo logre.
- ¡Imposible! Según cuenta, quiere salir de Paris con el niño recién nacido. Cruzar dos mil kilómetros sin apenas descansar. Alimentarse de lo que encuentre a su paso por las diferentes localidades donde haga escala. Luego, al llegar a su destino, debe encontrar la dirección y entregar al pequeño en perfecto estado.
Tú dirás lo que quieras pero es una temeridad. Yo sería incapaz de hacerlo.
- Claro, pero eso es porque nosotras somos urracas, y ella, una cigüeña.
- ¿Cómo puedes decir eso?-, respondí malhumorada. – Jamás he conocido a nadie tan petulante.
- Dale un voto de confianza, quizás lo logre.
- ¡Imposible! Según cuenta, quiere salir de Paris con el niño recién nacido. Cruzar dos mil kilómetros sin apenas descansar. Alimentarse de lo que encuentre a su paso por las diferentes localidades donde haga escala. Luego, al llegar a su destino, debe encontrar la dirección y entregar al pequeño en perfecto estado.
Tú dirás lo que quieras pero es una temeridad. Yo sería incapaz de hacerlo.
- Claro, pero eso es porque nosotras somos urracas, y ella, una cigüeña.
Pensamientos en frío
Y aquí estamos, metidos en este congelador, escuchando como el viento arrecia en el exterior. El silencio envuelve la pequeña estancia. Por sus miradas soy capaz de adivinar qué piensa cada uno. El más pequeño de mis hijos, Juan, anhela regresar a San Javier con su padre. El mayor, Luís, especula sobre como lograr que un balón de fútbol ruede ahí fuera. La preocupación de mi hija Natalia es que aquí no podrá lucir ni sus tacones ni sus minifaldas. Mi madre observa patidifusa el techo esférico de nuestra nueva casa y el perro, el perro me mira pensando:
- ¡Con todos los hombres que hay en el mundo y te has ido a casar con un esquimal!
- ¡Con todos los hombres que hay en el mundo y te has ido a casar con un esquimal!
KARÓNTINA. EL PASO FINAL
Atravesó el brumoso umbral del edificio. Una mano femenina sujetó la puerta del ascensor. Lucía un vestido amarillo cubierto por una gabardina beige empapada de agua. No llevaba bolso, paraguas tampoco. Iniciado el ascenso la cabina paró bruscamente. Quedaron sentados en el suelo. Él le habló de su vida hasta quedar dormidos. Volvió la luz. Llegaron al piso. Ella dormía, él no. La cargó en brazos. Entró en casa. La tumbó en el sofá. Se acostó. Nunca despertaría. La muerte lo acompañó al hogar: el principio del túnel, el breve repaso de su vida, la llegada a la luz. Karóntina guió el camino mientras él daba su paso final. Tendió el cuerpo, descansó en paz.
MUJER Y ÁRBOL
Sobre la hierba; ve la cúpula del cielo a través de los dedos, abiertos en tenso abanico. El azul se recorta contra las ramas tortuosas de los almendros y ella imagina que son sus extremidades las que se retuercen en caprichosos ángulos, que las hojas estrechas y como punzones clavados en las nubes son sus dedos, que la cubren por entero como escamas. y las flores; Las flores, tejidas en seda, en su paréntesis cromático entre la alba nada del blanco y el rosa pálido de la carne palpitante, tibia. Las flores son sus párpados. Su cuerpo entretejido de verde crujiente es el tronco agrietado, oloroso a musgo y hojas caídas y sus piernas, las raíces que horadan la tierra.
PINCELADA DE AGUAMARINA
Choqué con tus ojos verdigrises. Te gustan las morenas.
Coincidimos al pié del avión mis piernas bien torneadas y la falda evassé jugaba con la brisa mientras ascendía por la escalerilla.
Sentado en las primeras filas y yo en la cola. Los duendes no confabulaban a favor.
Al llegar al pequeño aeropuerto un deportivo negro me estaba esperando y con un acelerón me engullió la noche.
Albergaba la esperanza de encontrarnos en la zona de copas de la ciudad, pero creo que el buen chico con el que te etiqueté te llevó a los brazos de Morfeo y no a los míos.
La puerta zarandeó un colgante de campanillas ¡Buenos días!
Unos ojos verdigrises chispeaban en busca de una respuesta.
Coincidimos al pié del avión mis piernas bien torneadas y la falda evassé jugaba con la brisa mientras ascendía por la escalerilla.
Sentado en las primeras filas y yo en la cola. Los duendes no confabulaban a favor.
Al llegar al pequeño aeropuerto un deportivo negro me estaba esperando y con un acelerón me engullió la noche.
Albergaba la esperanza de encontrarnos en la zona de copas de la ciudad, pero creo que el buen chico con el que te etiqueté te llevó a los brazos de Morfeo y no a los míos.
La puerta zarandeó un colgante de campanillas ¡Buenos días!
Unos ojos verdigrises chispeaban en busca de una respuesta.
DESTINO
Las pavesas ascendieron formando una aciaga tolvanera, arrancando miles de destellos al zaino de la noche. Había condenado con fruición todos sus escritos al olvido eterno de la hoguera.
No escribía para ganar, pero nunca ganó un certamen.
La gota culminante descendió con el premio de microrrelatos.
Y luego, sorpresivamente, obtuvo otro, y otro.
Consiguió ser más leído con trescientas líneas que con diez mil. Comunicar más con un puñado de palabras que con centenares de resmas saturadas de letras.
Ya no volverá a escribir. Probablemente, desde entonces, se conformará con rellenar entre semana algún que otro boleto de la primitiva.
No escribía para ganar, pero nunca ganó un certamen.
La gota culminante descendió con el premio de microrrelatos.
Y luego, sorpresivamente, obtuvo otro, y otro.
Consiguió ser más leído con trescientas líneas que con diez mil. Comunicar más con un puñado de palabras que con centenares de resmas saturadas de letras.
Ya no volverá a escribir. Probablemente, desde entonces, se conformará con rellenar entre semana algún que otro boleto de la primitiva.
MOMENTOS
Seguimos sin hablarnos. En la habitación sólo se escucha el tranquilo murmullo del río. Estamos cada uno en un extremo del sofá y en medio: reproches, intransigencias, insultos,… Me repliego y el sitio vacío se agranda: rabia, obcecación… La memoria me traiciona y; el temblor del primero beso, torrentes de adrenalina nublando la razón y humedeciendo nuestra piel, el calor de unos pies bajo las sábanas, su perfil sobre la almohada… Simulo buscar algo en el suelo y acorto el espacio entre los dos. Él se despereza, y con intencionado descuido deja la mano muy cerca de mí. Estiro las piernas… y al unísono acortamos distancias.
Nos miramos, se rompe la barrera, y el río se lleva los silencios.
Nos miramos, se rompe la barrera, y el río se lleva los silencios.
Compromiso
Llego borracho mamá, me golpeo de nuevo, recogí mis cosas y aquí estoy, no me vine anoche porque me quede para hacerle el desayuno.
Engaño
Por qué le disparo a su esposa?
Porque me engañaba
Por qué esta triste?
Me volvió a engañar, está viva
Guaicaipuro
Porque me engañaba
Por qué esta triste?
Me volvió a engañar, está viva
Guaicaipuro
Esquema para una novela negra
Planteamiento: el vecino era aficionado al bricolaje.
Nudo: lo practicaba los domingos por la mañana.
Desenlace: trágico.
Nudo: lo practicaba los domingos por la mañana.
Desenlace: trágico.
viernes, 15 de abril de 2011
MISTERIO
Cada día, tras darme una ducha, desayuno, me visto, hago un bocadillo y antes de ir a trabajar, contemplo la calle. Ella me saluda con todas las ventanas abiertas, las bocinas y el humo de los coches, las voces de los vecinos y el llanto de los niños que no quieren ir al colegio.
Hoy he seguido el mismo ritual, pero mi calle está ciega y muda, con las ventanas cerradas, no hay ruido de coches, ni voces de vecinos, ni llantos de niños.
¿Qué ha pasado?, ¿dónde está todo el mundo? Tengo miedo.
- ¡Juan!, ¡Juan! (grita mi mujer) vuelve a la cama, que son las 8 y es domingo. Estás loco, ¿qué haces levantado tan pronto?
Hoy he seguido el mismo ritual, pero mi calle está ciega y muda, con las ventanas cerradas, no hay ruido de coches, ni voces de vecinos, ni llantos de niños.
¿Qué ha pasado?, ¿dónde está todo el mundo? Tengo miedo.
- ¡Juan!, ¡Juan! (grita mi mujer) vuelve a la cama, que son las 8 y es domingo. Estás loco, ¿qué haces levantado tan pronto?
SABORES DE INFANCIA
Con ese sabor amargo que dejan algunos recuerdos, desperté aquella mañana ¡Vívida pesadilla de turbios momentos que creía olvidados…!
Éramos dos niñas. Él entró enloquecido en aquella reunión, ¡dando golpes, gritando, la sacó a empujones…! Ella, “mi madre”, la mujer más educada. Salió avergonzada entre las miradas de la gente…
Desconociendo el final de aquella historia, nos llevó al coche, suplicando que no saliéramos y con una mirada inundada de miedo, se despidió de sus niñas…
Entonces llegaron: golpes, puñetazos, patadas...
Escondidas, observábamos impotentes la escena: Aquel cobarde, a quien “debíamos la vida”, destrozaba nuestra niñez…
Valiente amor, el amor de una madre: capaz de calmar nuestro miedo, borrar nuestro dolor y curar nuestras heridas. ¡Angustiosa pesadilla con final feliz!
Éramos dos niñas. Él entró enloquecido en aquella reunión, ¡dando golpes, gritando, la sacó a empujones…! Ella, “mi madre”, la mujer más educada. Salió avergonzada entre las miradas de la gente…
Desconociendo el final de aquella historia, nos llevó al coche, suplicando que no saliéramos y con una mirada inundada de miedo, se despidió de sus niñas…
Entonces llegaron: golpes, puñetazos, patadas...
Escondidas, observábamos impotentes la escena: Aquel cobarde, a quien “debíamos la vida”, destrozaba nuestra niñez…
Valiente amor, el amor de una madre: capaz de calmar nuestro miedo, borrar nuestro dolor y curar nuestras heridas. ¡Angustiosa pesadilla con final feliz!
PALMIRA
Palmira se perdió entre aires insanos. Sus ojos azules, su boquita graciosa, qué cosas decía la hermosa joven.
Tenía unos brazos largos y unas manos suaves.. Y cómo acariciaba con sus delicado tacto.
Sus senos lindos y sus caderas de ánfora eran un capricho para el que la miraba. Al caminar, parecía tan ligera.
Recitaba versos y contaba historias que en sus labios eran bálsamo de Oriente, reposo y éxtasis.
Palmira vivió en un palacio, y en él hacía su vida con su natural encanto y simpatía. Pero, ¡ay!, aires malévolos, que subían del río, la dejaron muy floja y muy pálida. Cuando los vientos se marcharon, se fue también para siempre el aliento de la joven Palmira.
Tenía unos brazos largos y unas manos suaves.. Y cómo acariciaba con sus delicado tacto.
Sus senos lindos y sus caderas de ánfora eran un capricho para el que la miraba. Al caminar, parecía tan ligera.
Recitaba versos y contaba historias que en sus labios eran bálsamo de Oriente, reposo y éxtasis.
Palmira vivió en un palacio, y en él hacía su vida con su natural encanto y simpatía. Pero, ¡ay!, aires malévolos, que subían del río, la dejaron muy floja y muy pálida. Cuando los vientos se marcharon, se fue también para siempre el aliento de la joven Palmira.
LOS LEONES
No quiero que castréis a los leones. Dejadlos con su fuerza y aire de reyes. Que caminen libres con su poder, orgullo y porte noble.
No quiero que castréis a estos leones. Nacieron para perpetuarse con amor de diente y garra.
No quiero que castréis a los leones. Leonas tristes lloran al atardecer sangriento. Pálidos reflejos esparcen sombras de cuchillos. Los leones no rugen. Fieros antes; vencidos ahora como cerdos para el matadero.
¿Por qué habéis castrado a los leones? ¿No os advertí? Domadores severos castigarán vuestra osadía. No argumentéis que en África hay muchos. Vosotros lo pagaréis en vuestros cuerpos.
Gritos de mujeres al anochecer. Se quedaron sin maridos, porque ahora no se les puede llamar "hombres".
No quiero que castréis a estos leones. Nacieron para perpetuarse con amor de diente y garra.
No quiero que castréis a los leones. Leonas tristes lloran al atardecer sangriento. Pálidos reflejos esparcen sombras de cuchillos. Los leones no rugen. Fieros antes; vencidos ahora como cerdos para el matadero.
¿Por qué habéis castrado a los leones? ¿No os advertí? Domadores severos castigarán vuestra osadía. No argumentéis que en África hay muchos. Vosotros lo pagaréis en vuestros cuerpos.
Gritos de mujeres al anochecer. Se quedaron sin maridos, porque ahora no se les puede llamar "hombres".
Adios
Cuando volví ya no estabas. Cuando volví ya no había nadie. En el pueblo solo había hierbas, viento e insectos. Ni siquiera estaba la campana de la iglesia. La única forma de escuchar a alguien era gritar para que el eco te respondiera. Fui a tu casa. Ventanas y puertas abiertas...pero allí no había nadie. Comencé a andar. Poco a poco llegué al cementerio. Solo había una tumba con flores medio marchitas. Las demás o las tenían marchitas o no tenían. Allí estabas. Era tu nombre. Me dijiste que estarías en tu pueblo hasta el último instante y allí estabas. Se fue tu vida y la del pueblo. Adiós
HOTEL
La planta baja, abierta para mí. La alfombra está en silencio, también las paredes. El tubo fluorescente apenas puede proveerme de una sombra; el comedor luce tan agotado como yo. Un sereno senil, malhumorado, mira impaciente, apoyado en el brazo de un sofá, a oscuras. Es el rehén de este texto. En el hall, la TV lo espera, también muda.
Lema-bámbola
La reconoció alguien de la fiscalía por el conjunto de napa que ciñe su esqueleto, el mismo de las fotos que se distribuyeron cuando desapareció. Trabajaba en un juicio de narcos muy peligrosos. Ya le hice un par de advertencias. Han rescatado su coche de la dársena del puerto. A ella se la han comido los peces entera, bueno, menos los huesos y las esposas que unían sus cúbitos, que sólo están enrobinadas. Tenía una estrella de mar sobre los parietales y algas en el hueco de los ojos. Se lo advertí y al final he tenido razón en ambas cosas: La ropa de piel no pasa de moda. Bajo el agua, no se deben bajar las ventanillas del coche.
Sueño original
Adán en sueños sentía que tocaba dos manzanas maduras, Eva se dio la vuelta y soñó que tocaba a la esbelta serpiente.
Paraíso
Harto del desayuno continental salió del hotel gran lujo.
Al girar la manzana, el de la chupa de cuero le propuso un especial.
Eva le dijo al juez que era su primera vez.
Tampoco creyó la excusa nada original de Adán.
Al girar la manzana, el de la chupa de cuero le propuso un especial.
Eva le dijo al juez que era su primera vez.
Tampoco creyó la excusa nada original de Adán.
Agradecimiento
Gracias a la decidida acción exterminadora del hombre (entendido como varón) la población femenina ha sido diezmada con respecto a 2012. Las restantes estamos muy satisfechas: debido a la ley de la oferta y la demanda, los hombres han vuelto a esmerarse (por la cuenta que les trae) con las técnicas de pesca y mantenimiento de la pareja. Sólo valoramos lo que escasea.
Paideia
He regresado a mi vieja casa, en la que viví cuando era niño y, en un cajón, he encontrado mi antiguo diario infantil. Como estaba casi en blanco, he comenzado a escribir en él los recuerdos e ilusiones de mi infancia que entonces no escribí.
Es como automedicarse un testamento.
Es como automedicarse un testamento.
Can
Bajo la queda madrugada, el perro percibió el susurro de un avión que cruzaba el cielo. Entonces, confundido, acostumbrado al silencio, comenzó a ladrar frente a la inmensa sierra que se desplegaba muda ante sus ojos.
Cada uno de sus histéricos ladridos, repetidos y devueltos por el eco, retumbaba en todo el sigiloso valle.
El animal se pasó la vida entera respondiendo a su propia llamada.
Cada uno de sus histéricos ladridos, repetidos y devueltos por el eco, retumbaba en todo el sigiloso valle.
El animal se pasó la vida entera respondiendo a su propia llamada.
LA PRIMERA VEZ.
A la hermosa mujer no le agradó la mirada de aquel hombre y se molestó. Él trató de ser sumamente amable pues sabía muy bien lo que ocurría cuando se era primeriza. Quiero verlo todo…No temas. Entonces, colocó bien la luz, abrió algo más, y se deleitó con su belleza; ella sintió el sofocante calor del hombre y el de la bombilla. Él metió ceremoniosamente un dedo, luego el otro, y sin perder tiempo introdujo el aparato al tiempo que le decía No temas, no te va a doler, y forcejeó un tanto hasta que salió un hilillo de sangre. Poco después caminaba hacia su casa con la muela extraída en una mano.
EL FIN DE LOS DIAS
El Hotel quedó a oscuras. Sólo una luz se movía en la cúpula del comedor como un candil. Bajó lentamente la escalera central. Corrimos hacia las puertas automáticas, inexorablemente cerradas. Para colmo, era justo a la medianoche del 31 de Diciembre de 2013, fecha de lúgubres predicciones escatológicas. La luz se arrastraba por el suelo. Pensé en almas de difuntos, en visitantes extraterrestres... Oí gritos de terror y de arrepentimiento. La luz se desplazó, indecisa, hasta caer en la fuente del centro del salón, dejando una negrura de fin de mundo.
El retorno de la electricidad nos sorprendió a todos, y más aún cuando vimos el cadáver chamuscado de la rata flotando en la fuente.
El retorno de la electricidad nos sorprendió a todos, y más aún cuando vimos el cadáver chamuscado de la rata flotando en la fuente.
jueves, 14 de abril de 2011
La Visita.
¿Quién me resucita? ¿Quién mancilla mi esperanza de una tierra bien ganada? ¿Quién se niega a que olvide mi memoria?
¡Ah! Ya te oigo. Tú, que escarbas con uñas viejas e insultas a mi tierra, tú, que escupes sobre mi sepulcro de azabache. ¿Quién eres? ¿Qué he sido que no puedes olvidarme?
¡Ah! Ya te oigo. Tú, que escarbas con uñas viejas e insultas a mi tierra, tú, que escupes sobre mi sepulcro de azabache. ¿Quién eres? ¿Qué he sido que no puedes olvidarme?
Columpios.
Balanceándose en el puente del olvido una vieja niña jugaba a recordarnos, parecía muerta con su careta de plata. De sus bolsillos extrajo dientes de miel que oxidaron el cielo. Cuando las cadenas del columpio se rompieron y divisó el vértigo del precipicio que la esperaba, dejó tras de sí la estela de un brillo púrpura que no llegó a caer.
Su grito
Su grito
Como el ave fénix
Tal vez se dejara llevar al principio por la excitación de las primeras caricias y besos furtivos de aquellos para los que todo eso es totalmente nuevo, o por las palabras dulces e hipócritas que salían de sus labios. Por mucho tiempo se dejó engañar por las falsas justificaciones que vinieron después del primer golpe, las disculpas, los traumas infantiles que le volvieron supuestamente violento, y sobre todo, que la culpa era de ella. Hasta que un día, harta de esperar que aquel monstruo se transformase en el príncipe que ella creyó ver una vez y que nunca existió, se marchó, borrando las quemaduras de cigarrillo de su piel, las humillaciones, los desprecios. Y dijo para sí, libre: Nunca más.
Una mañana cualquiera en Londres
Despertó demasiado temprano aquella mañana. El cielo de un gris oscuro que se dejaba ver por el gran ventanal, hacía que su cama resultase de lo más acogedora. Miro a su lado y no estaba. Y no estaba en ninguna parte. Solía desaparecer a menudo. En la mesa aún estaban las dos copas de vino de la noche anterior y el cenicero lleno de colillas. Se levantó cubriéndose con la sábana y se sentó en el alféizar de la ventana del pequeño estudio. Estaba tan absorta mirando a los viandantes, que apenas se percató del olor a café recién hecho, ni al sonido de un flash. Ahí estaba él con dos cafés y su cámara, y aquella sonrisa que desarmaba…
Lo vi entrar en la cafetería ataviado con la camiseta del equipo de futbol de la ciudad. Pidió una cerveza y se abalanzó sobre la prensa local en busca de la sección de deportes. A cada párrafo leído le seguía un generoso trago al botellín con la satisfacción de descubrir que su equipo venció a domicilio la tarde anterior. Manifestaba tal alegría que no hallé el momento de explicarle que aquel no era el periódico del día sino el del pasado lunes y que nuestro equipo había perdido en casa por un contundente cero a cinco.
Dos miradas
Asomada a tu balcón, la veías pasar frente a ti. Todos los días. Iba sentada en un vagón de primera ; unas veces, leía; otras, parecía contemplar el paisaje tras la ventanilla.
Al principio fue como un juego; sin embargo, luego, lo convertiste en rito.
Y a las seis en punto de la tarde, abandonabas cualquier actividad para salir afuera. A esperarla.
Soñabas que eras la otra; te imaginabas entonces una vida dichosa y fértil. Una vida de viajera.
No podías saber que, tras el cristal, aquellos ojos que envidiabas hubieran matado por tener un balcón con flores como el tuyo. Una casa desde la que contemplar el melancólico deslizarse de los trenes.
Al principio fue como un juego; sin embargo, luego, lo convertiste en rito.
Y a las seis en punto de la tarde, abandonabas cualquier actividad para salir afuera. A esperarla.
Soñabas que eras la otra; te imaginabas entonces una vida dichosa y fértil. Una vida de viajera.
No podías saber que, tras el cristal, aquellos ojos que envidiabas hubieran matado por tener un balcón con flores como el tuyo. Una casa desde la que contemplar el melancólico deslizarse de los trenes.
La primera vez
La primera vez que lo he hecho, fue algo espantoso. Tenía entre
diecisiete o dieciocho años, pero ya había ensayado en diversas ocasiones
anteriores.
Había escrito miles de versos y poemas sin fin, pero, jamás me había
planteado llegar tan lejos.
Al final, crié coraje y me senté delante de él.
Estaba muy blanco y callado, parecía enfermo.
Entonces comprendí que su vida dependía de mis manos. Cogí el
bolígrafo y comencé a escribir.
En cada párrafo, su fuerza iba adquiriendo nueva textura y color.
Le conté mi vida, mis sueños, mis más profundos sentimientos.
Sabía que no me guardaría el secreto por mucho tiempo. Y me alegré por
ello, por que me sentí por fin, viva.
diecisiete o dieciocho años, pero ya había ensayado en diversas ocasiones
anteriores.
Había escrito miles de versos y poemas sin fin, pero, jamás me había
planteado llegar tan lejos.
Al final, crié coraje y me senté delante de él.
Estaba muy blanco y callado, parecía enfermo.
Entonces comprendí que su vida dependía de mis manos. Cogí el
bolígrafo y comencé a escribir.
En cada párrafo, su fuerza iba adquiriendo nueva textura y color.
Le conté mi vida, mis sueños, mis más profundos sentimientos.
Sabía que no me guardaría el secreto por mucho tiempo. Y me alegré por
ello, por que me sentí por fin, viva.
El viaje de mi vida
Conocí a Roberto por Internet, hacía seis meses.
Entonces decidimos que era el momento de conocernos.
Marcamos un punto en común en la mitad del camino de ambos.
Era la Estación Central de la Renfe de Asturias.
Cogí el tren y me senté en la ventana.
Llegué en el punto marcado y allí estaba él, Roberto.
Decidimos que deberíamos coger el tren a ninguna parte y hablar.
Así lo hicimos. Estuvimos casi todo el día viajando de tren, de un lado a
otro. Hablando de nuestras vidas, conociéndonos.
Hoy llevamos diez años casados, gracias al tren.
Autora
Entonces decidimos que era el momento de conocernos.
Marcamos un punto en común en la mitad del camino de ambos.
Era la Estación Central de la Renfe de Asturias.
Cogí el tren y me senté en la ventana.
Llegué en el punto marcado y allí estaba él, Roberto.
Decidimos que deberíamos coger el tren a ninguna parte y hablar.
Así lo hicimos. Estuvimos casi todo el día viajando de tren, de un lado a
otro. Hablando de nuestras vidas, conociéndonos.
Hoy llevamos diez años casados, gracias al tren.
Autora
He vuelto a fumar
Encendió la televisión justo cuando imaginó la excusa que le daría. Estaría sentado en el mismo sitio de siempre, escuchando la misma música. "Cuando vendrás a casa", le dijo por teléfono.
"Volveré tarde, no me esperes despierto", contestó él.
Sabía que le engañaba, que se había acostado con otras.
Mario decidió que aquello no podía seguir así. Sacó el paquete de tabaco de las despedidas y se quitó la ropa. Un domingo por la tarde con sabor a sábado por la noche. Todavía se veían luces en casa de Lucía. Apagó el televisor y se quedó mirando al infinito.
Descolgó el teléfono y llamó otra vez a Lucía:
“Creo que voy a volver a fumar”.
"Volveré tarde, no me esperes despierto", contestó él.
Sabía que le engañaba, que se había acostado con otras.
Mario decidió que aquello no podía seguir así. Sacó el paquete de tabaco de las despedidas y se quitó la ropa. Un domingo por la tarde con sabor a sábado por la noche. Todavía se veían luces en casa de Lucía. Apagó el televisor y se quedó mirando al infinito.
Descolgó el teléfono y llamó otra vez a Lucía:
“Creo que voy a volver a fumar”.
El título no importa
“Dios no juega a los dados”
Albert Einstein
-¡Veo!
-¡Tres ases! -Declaró él de la barba blanca echando triunfalmente sus naipes sobre la mesa.
-¡Escalera! Yo gano. Te debía nueve de ayer, con los diez de esta mano quedas debiéndome uno. ¿Anoto en la libreta? –preguntó su contrincante que ostentaba unos cortos cuernos oscuros en su frente.
-No: no vale la pena. Por uno: saldo mi deuda de inmediato. Y el de la barba blanca saeteó su mirada, funesta y sin tiempo, sobre una ciudad cualquiera, un barrio, una casa, una ventana, un hombre.
Luego vino aquel de los cuernos y me llevó consigo.
“Dios no juega a los dados, juega al póquer y nosotros somos la posta en juego”
Albert Einstein
-¡Veo!
-¡Tres ases! -Declaró él de la barba blanca echando triunfalmente sus naipes sobre la mesa.
-¡Escalera! Yo gano. Te debía nueve de ayer, con los diez de esta mano quedas debiéndome uno. ¿Anoto en la libreta? –preguntó su contrincante que ostentaba unos cortos cuernos oscuros en su frente.
-No: no vale la pena. Por uno: saldo mi deuda de inmediato. Y el de la barba blanca saeteó su mirada, funesta y sin tiempo, sobre una ciudad cualquiera, un barrio, una casa, una ventana, un hombre.
Luego vino aquel de los cuernos y me llevó consigo.
“Dios no juega a los dados, juega al póquer y nosotros somos la posta en juego”
Sálvate
! Extiendo mi mano y puedo sentir el reconfortante calor de tu cuerpo: por suerte estas aquí a mi lado para vencer mis temores.
-Anoche soñé que tú me decías con voz aterrada "¡Despierta! ¡Sálvate, tú puedes hacerlo, despierta!” Me asustaste ¿sabes?
Pero veo de nuevo tu mirada aterrada como en el sueño. Y de nuevo tú gritas:
-¡Todavía estás a tiempo! Todavía puedes hacerlo. ¡Despierta! ¡Sálvate
-Anoche soñé que tú me decías con voz aterrada "¡Despierta! ¡Sálvate, tú puedes hacerlo, despierta!” Me asustaste ¿sabes?
Pero veo de nuevo tu mirada aterrada como en el sueño. Y de nuevo tú gritas:
-¡Todavía estás a tiempo! Todavía puedes hacerlo. ¡Despierta! ¡Sálvate
Leche con galletas
Lorenzo cierra los ojos para ver en la memoria a su hija María con el tazón de leche que desayunaba cada mañana. Migaba galletas, una a una, dejando que absorbieran hasta la última gota de leche. Permanecían secos y crujientes los últimos trozos que caían en la taza.
María tenía cuatro años cuando empezó a desayunar la leche con galletas, siempre las mismas. Aún no sabía leer, pero distinguía las suyas de cualquier otra marca.
Cuando Lorenzo abre los ojos veinticinco años después, ve a su nieta Lorena desayunando un tazón de leche con las mismas galletas migadas, como su madre. Se alegra de que en este mundo voluble y esquivo aún haya cosas que cambian.
María tenía cuatro años cuando empezó a desayunar la leche con galletas, siempre las mismas. Aún no sabía leer, pero distinguía las suyas de cualquier otra marca.
Cuando Lorenzo abre los ojos veinticinco años después, ve a su nieta Lorena desayunando un tazón de leche con las mismas galletas migadas, como su madre. Se alegra de que en este mundo voluble y esquivo aún haya cosas que cambian.
Amor entre lineas
Se avecina tormenta. El martilleo de las gotas sobre la uralita marcará el ritmo. El fulgor del relámpago centelleará en la piel de nuestros cuerpos desnudos. El bramido de los truenos camuflará mis orgasmos. Y todo esto acaecerá sobre mi lecho, mientras hago el amor con mi libro de cabecera.
El primer desamor
¡¿Pero qué tipo de desenlace es éste?! –exclamaba el pequeño Luis, mientras despellejaba, cual voraz hiena, la fachada y el reverso del desarmado e indefenso tomo. Una tormenta de indolentes páginas se avecinaba sobre él, mansamente. Y, sobre las que yacían ya, inertes bajo su silueta: las lágrimas del niño.
miércoles, 13 de abril de 2011
Soy Yo
En noches como esta, suelo aparecer, con cualquiera de mis distintos trajes, tratando de lucir lo más hermosa posible..
He visto a muchos de ellos admirarme durante toda una noche, les he visto llorar ante mí, he visto como hay otros que ríen, hay quienes me llaman y hasta me cantan, sabiendo que no puedo ir hasta ellos, sabiendo que no voy a dejar el trono en mi altitud que es tan perfecto para estar con ellos.
Soy la responsable de un balance mundial, sin mi todo sería un caos. Aunque mi luz es fría todos la sienten cálida, he servido hasta de Cupido para flechar corazones.
¿Quien soy? La llena, la que es menguada, la que crece, la nueva. Mi hermosura es cosmopolita y aún así siempre estoy sola, aún así alumbro corazones, aún así me cantan y aclaman...
Entiendo que solo soy un reflejo, lo sé, de unos rayos cálidos que transformo en pálidos y fríos, aún así me quieren y me cantan...
Algunas noches quisiera huir, no volver más, ocultarme, muchos odian esas noches, entristecen, lloran... Por mí...
Me lleno de fuerzas entonces, vuelvo a aparecer por ellos, brillando con todo mi esplendor, llena de amor y esperanza, llena de luz.
Soy la luna, todos me escriben, todos me cantan y aún así siempre estoy sola...
He visto a muchos de ellos admirarme durante toda una noche, les he visto llorar ante mí, he visto como hay otros que ríen, hay quienes me llaman y hasta me cantan, sabiendo que no puedo ir hasta ellos, sabiendo que no voy a dejar el trono en mi altitud que es tan perfecto para estar con ellos.
Soy la responsable de un balance mundial, sin mi todo sería un caos. Aunque mi luz es fría todos la sienten cálida, he servido hasta de Cupido para flechar corazones.
¿Quien soy? La llena, la que es menguada, la que crece, la nueva. Mi hermosura es cosmopolita y aún así siempre estoy sola, aún así alumbro corazones, aún así me cantan y aclaman...
Entiendo que solo soy un reflejo, lo sé, de unos rayos cálidos que transformo en pálidos y fríos, aún así me quieren y me cantan...
Algunas noches quisiera huir, no volver más, ocultarme, muchos odian esas noches, entristecen, lloran... Por mí...
Me lleno de fuerzas entonces, vuelvo a aparecer por ellos, brillando con todo mi esplendor, llena de amor y esperanza, llena de luz.
Soy la luna, todos me escriben, todos me cantan y aún así siempre estoy sola...
Cuando tienes un segundo intento
Cuando la cuerda se rompió soltó un grito de rabia que se escuchó en toda la escalera. Y es que en la tienda le habían prometido que era la mejor que iba a encontrar, se la habían vendido a precio de oro. Sin embargo cuando comenzó a deshacer el nudo de la mitad que aun le rodeaba el cuello sonrió y corrió a la calle a aprovechar el sol de la tarde. Tenía que disfrutar de aquella segunda oportunidad.
Su instinto la mató
No sabía cómo había llegado a aquel paradisiaco lugar y por mucho que se esforzó no consiguió recordar quién era. A su alrededor, la verde y extensa superficie regada por inmensas masas de un vivo líquido la invitaba a explorar aquel mundo nuevo. Cientos de seres de inclasificables formas la rodearon mientras trataba de buscar respuesta al sentido de todo aquello y de su propia existencia. En un momento de su impactante recorrido comenzó a sentir un vacío en el estómago y su instinto la llevó a acercarse a una enorme estructura verde y marrón de la que colgaban rojas esferas de lo más apetecibles. Eva arrancó con avidez una de esas esferas y el cielo comenzó a volverse gris.
La pesadilla
En el ardor nocturno, cuando los sueños se escapan de la conciencia y las fantasías no son fantasías sino delirantes realidades, soñé que me hundía en un profundo abismo, en una oquedad fantasmal donde todo era tinieblas y lúgubres espectros. Allí, en aquel lugar, quise surgir, levantarme, pero la oscuridad y mi propio miedo me lo impidieron. Temblaba, me agarraba a las paredes húmedas, e inconsolablemente, caía nuevamente donde había estado, como si algo no quisiera que escapara.
La pesadilla, si es que se puede llamar así, se repitió en varias ocasiones en mi vida. Jamás llegué a salir de aquel enclave en mis sueños, aunque hoy en día ya no tengo aquel sueño que hizo mi vida insoportable.
La pesadilla, si es que se puede llamar así, se repitió en varias ocasiones en mi vida. Jamás llegué a salir de aquel enclave en mis sueños, aunque hoy en día ya no tengo aquel sueño que hizo mi vida insoportable.
NOSTALGIA
Mientras el hombre dormía, el dragón abrió la puerta del pasado.
Y se acurrucó a los pies de su cama esperando a que el niño que había sido despertara.
Y cuando el hombre abrió los ojos, el dragón le dijo: «Sube, pequeñajo…, y agárrate bien».
Y se acurrucó a los pies de su cama esperando a que el niño que había sido despertara.
Y cuando el hombre abrió los ojos, el dragón le dijo: «Sube, pequeñajo…, y agárrate bien».
La extraña palabra
Me llamo Lozurd (color del cielo sin nubes), tengo diecisiete años y peso veinticinco kilos. Mi madre dice que ahora me parezco a las mujeres bonitas que ella ve en la revista que le han dejado los blancos.
Aquí, en este poblado etíope no hay espejos. No los necesitamos. Nos vemos unos en otros: frentes amplias, pómulos puntiagudos, barbillas afiladas como lanzas, ojos saltones de antílope.
Mi madre recuerda una extraña palabra que escuchó en boca de los blancos de la Cruz Roja: anorexia. Dice que es hermosa, aunque no sepa lo que significa. Ayer, en la choza, mientras me quitaba de la cara las moscas abanicándome con la revista, me dijo: «La próxima hermanita que tengas la llamaré anorexia.
Aquí, en este poblado etíope no hay espejos. No los necesitamos. Nos vemos unos en otros: frentes amplias, pómulos puntiagudos, barbillas afiladas como lanzas, ojos saltones de antílope.
Mi madre recuerda una extraña palabra que escuchó en boca de los blancos de la Cruz Roja: anorexia. Dice que es hermosa, aunque no sepa lo que significa. Ayer, en la choza, mientras me quitaba de la cara las moscas abanicándome con la revista, me dijo: «La próxima hermanita que tengas la llamaré anorexia.
El hombre gris
Aquel día, sin saber por qué, despertó más triste. Sentado en la cama rompió a llorar. Era un llanto amargo, que no podía detener. Una pena enorme le crecía en el pecho, pero no sabía por qué.
Pensó que necesitaba aire y salió a la calle. Caminó sin rumbo durante horas, pero no logró animarse. La gente le parecía gris, distante, como en otra dimensión. Incluso le dio los buenos días a algún que otro conocido, pero ninguno le devolvió el saludo.
Decidió irse a la costa, el mar siempre le sentaba bien. Sentado en el malecón, notó que una niña lo miraba insistentemente, con curiosidad.
—¡Hola linda! ¿Por qué me miras tanto?
—Es la primera vez que veo un muerto —respondió la niña.
Pensó que necesitaba aire y salió a la calle. Caminó sin rumbo durante horas, pero no logró animarse. La gente le parecía gris, distante, como en otra dimensión. Incluso le dio los buenos días a algún que otro conocido, pero ninguno le devolvió el saludo.
Decidió irse a la costa, el mar siempre le sentaba bien. Sentado en el malecón, notó que una niña lo miraba insistentemente, con curiosidad.
—¡Hola linda! ¿Por qué me miras tanto?
—Es la primera vez que veo un muerto —respondió la niña.
Vía Crucis
Con cada nuevo intento fallido un ardor infernal, una lágrima incontrolable, una blasfemia muda.
Las manos temblorosas entreabrieron un poco más la abertura ensangrentada. Los ojos se cerraron y la mente buscó concentración; cada molécula estaba lista para entrar en acción ¡Inhalación! ¡Exhalación! ¡Inhalación otra vez! «¡Uno, Dos y… Tres!»
Los dientes se apretaron. Las manos se volvieron puños. El diafragma se contrajo. Cinco segundos después, lo que debía ser la mitad, ya estaba afuera. El dolor se volvió más insoportable aun, sin embargo, sonreía.
«¡Una vez más y ya! ¡Vamos, tú puedes!»
Un grito agónico inundó la habitación y la tortura al fin terminó. Un demonio exorcizado flotaba ahora, plácidamente, en una piscina de cerámica blanca.
Las manos temblorosas entreabrieron un poco más la abertura ensangrentada. Los ojos se cerraron y la mente buscó concentración; cada molécula estaba lista para entrar en acción ¡Inhalación! ¡Exhalación! ¡Inhalación otra vez! «¡Uno, Dos y… Tres!»
Los dientes se apretaron. Las manos se volvieron puños. El diafragma se contrajo. Cinco segundos después, lo que debía ser la mitad, ya estaba afuera. El dolor se volvió más insoportable aun, sin embargo, sonreía.
«¡Una vez más y ya! ¡Vamos, tú puedes!»
Un grito agónico inundó la habitación y la tortura al fin terminó. Un demonio exorcizado flotaba ahora, plácidamente, en una piscina de cerámica blanca.
VIDA
El pintor dio los últimos retoques al cuadro. Era su obra maestra. Había estado trabajando en ella más de diez años, y por fin, consiguió culminar aquella maravillosa obra de arte. Le puso el título de “Vida”, y en ella plasmaba lo que representaba la vida en sí, atrapando la quintaesencia de la vida, de la sociedad, del mundo en general. Su pincel había sabido captar toda la idiosincrasia de la vida…
Cuando dio por finalizado el lienzo, dejó su paleta junto al caballete, se apartó unos pasos para mirarla y admirarla mejor, y sus ojos se le llenaron de lágrimas.
Se dirigió a la mesa del estudio, abrió un cajón, cogió su pequeño revólver y se quitó la vida…
Cuando dio por finalizado el lienzo, dejó su paleta junto al caballete, se apartó unos pasos para mirarla y admirarla mejor, y sus ojos se le llenaron de lágrimas.
Se dirigió a la mesa del estudio, abrió un cajón, cogió su pequeño revólver y se quitó la vida…
SÍNDROME
Tengo sólo 7 años y muchos problemas. Por ejemplo con mis brazos y mis piernas: se mueven a su antojo, sin mi consentimiento, golpeando el suelo con los pies o lanzando puñetazos al aire. Mi voz también me juega malas pasadas. Emito toses, grititos y otros sonidos que no vienen a cuento en medio de mis conversaciones. Mi cabeza también participa, moviéndose brusca y repetidamente a un lado. Y por si fuera poco, también mi nariz se arruga constantemente, mis párpados se cierran a destiempo y mis mandíbulas se aprietan una contra la otra hasta tal punto que me duele.
Pero cuando me pongo a desmontar y arreglar cosas averiadas, estoy tan concentrado que todo se queda quieto.
Pero cuando me pongo a desmontar y arreglar cosas averiadas, estoy tan concentrado que todo se queda quieto.
Biografía disney
Yo escribiré para ti el mas hermoso cuento de hadas que jamás hayas leido.Te prometo que todo sera perfecto, vivirás en un inmenso castillo rodeado de románticos jardines,te casaras con un príncipe azul que te querrá eternamente,tendrás hijos que llenaran de gozo tu corazón, pasaras los días rodeada de tu familia y amigos,y cada mañana,el sol saldrá para ti»
Esas fueron las palabras de la escritora a la que encomende mi Biografía con motivo de mi 80 cumpleaños,solo le roge una cosa, que reflejara mi vida tal cual fue.
Esas fueron las palabras de la escritora a la que encomende mi Biografía con motivo de mi 80 cumpleaños,solo le roge una cosa, que reflejara mi vida tal cual fue.
UN DÍA MARAVILLOSO
Se despertó empapado en sudor y comprobó con poco asombro que el aire acondicionado había decidido tomarse unas vacaciones. El café estaba igual de insípido que en otros momentos, pero las tostadas le quedaron más bronceadas. Una lluvia extraña ensuciaba los coches y convertía el calor en algo tangible y pegajoso. La mañana en la oficina se complicó y ciertos problemas con los proveedores hicieron que Jaime saliera del trabajo con dos horas de retraso. A pesar de todo, llegó la tarde. Ana apareció con puntualidad británica. Y, por supuesto, aceptó el anillo de compromiso.
EL MAR
La obsesión que sentía Javier por los ojos de Julia le consumía por dentro. Cuando se miraba en ellos creía volver a ver el brillo del mar, sobre todo cuando se inundaban de lágrimas. Incluso, en ocasiones, le parecía escuchar el sonido de las olas. Hasta que un día se descubrió enojándola solamente para contemplar la belleza de aquellos ojos derramando sus lágrimas. Ese mismo día hizo sus maletas.
LA LUNA
Sentado en la butaca mordida por los años, miraba la televisión como a través de ella, viendo la película de su vida una vez tras otra, mientras los demás internos se dedicaban a las cosas que hacen los locos cuando hacen cosas.
-Y a ese, ¿qué le pasa?
-Que le prometió la luna a una mujer.
-¿Y qué?
-Pues que no pudo cumplir su promesa. Ya sabes cómo son las mujeres cuando incumples tus promesas…
-Y a ese, ¿qué le pasa?
-Que le prometió la luna a una mujer.
-¿Y qué?
-Pues que no pudo cumplir su promesa. Ya sabes cómo son las mujeres cuando incumples tus promesas…
A la mujer de mi vida
Recuento cuantas mujeres han pasado por mi vida a la mis veinticuatro años. Recuerdo los besos de Lorena, las caricias de Susana, los abrazos de Miriam…vislumbro los escalofríos de Sonia cuando acariciaba su muslo lentamente y como Luisa me regalaba esa media sonrisa que casi llegó a enamorarme. Puedo recordar los pequeños gemidos de Ana cuando me besaba su cuello con la más pecaminosa intención. No creo que pueda olvidar jamás a Andrea y aquel vestido blanco que pelaba en una guerra infinita con el viento cuando aquel bribón intentaba colarse bajo su falda. Pero jamás, de entre todas ellas, ha habido nadie a la que pueda querer tanto como a ti. Tú has estado conmigo siempre y se que siempre lo estarás. Así que me postro ante ti a declararte mi amor eterno: Te quiero, mamá
Atrapado
Juan quería dejar de fumar y amar y ser amado, así que para matar dos pájaros de un tiro se sacó una novia fumadora por si sus besos de nicotina le quitaban el vicio del cigarro.
La chica resultó ser insoportable e increíblemente celosa, y en una última discusión acalorada se mandaron recíprocamente a tomar viento.
- Yo no soy esclavo de nadie- le espetó Juan con desprecio. Acto seguido enchufó un Lucky Strike.
La chica resultó ser insoportable e increíblemente celosa, y en una última discusión acalorada se mandaron recíprocamente a tomar viento.
- Yo no soy esclavo de nadie- le espetó Juan con desprecio. Acto seguido enchufó un Lucky Strike.
Llegadas
Paralelos de acero eternamente distantes se alejan camino del horizonte que dejo atrás, cuando digo adiós a todo cuanto he sido. Es la misma senda de hierro infinito que me acerca a ti, para empezar una nueva vida abrazada a tu pecho, como al destino. Imagino el brillo azul de tus ojos reflejado en los cristales de la vieja estación, esperándome por última vez. No estás solo. Mi corazón ya ha llegado y está ahí, contigo, mirando anhelante como la locomotora devora los raíles hasta las toperas de la Vía Cinco. Hemos vencido. El amor siempre lo hace.
HAY LUCES QUE NO VEMOS
Hay luces que no vemos, apenas presentimos, en el mismo interior de la tormenta, o en nuestra propia alma. Hay secretos que uno mismo desconoce, que nadie recuerda, que todos buscan y muy pocos encuentran. Hay estrellas en la noche que nos dicen, entre la negritud más espesa, que existe luz, energía, fuerza… Lejanas quizá, siempre infinitas, te guiarán en los mares de la Tristeza, las estrellas de tu pecho, marinero de cien mares y mil mareas. Olvida el camino que dejan las estelas de tu nave sobre las olas tersas. Caña a la vía, toda avante. Mírate, al timón de tu vida, poderoso, capaz de las más grandes empresas. Mira tu alma, embarcada sin rumbo… y silbando al socaire.
Repique de campanas
Desde los escalones de una plazuela, mirando, sin ver quien pasaba, ninguna persona despertó curiosidad en mí, excepto ella. A pocos pasos, se encontraba una señora, de la que no pude estimar su edad. Vestía bata, zapatillas de estar por casa y un moño que dejaba al descubierto todas sus canas. De su brazo colgaban bolsas de contenido, migas de pan, y quien sabe si trozos de galletas rancias. Con la mirada postrada en el suelo, lanzaba lo que su puño agarraba y las aves de plumas allí se alimentaban.
Una anciana se le acercó y cruzaron algunas palabras, pequeña conversación que así finalizaba: “una isla no es nada sin playas y yo no soy nadie sin ellas. Las palomas son mi vida”.
Con el repique de campanas me tuve que ir, porque algún día será por ella por quien doblen y ¿quien va a estar allí?
Una anciana se le acercó y cruzaron algunas palabras, pequeña conversación que así finalizaba: “una isla no es nada sin playas y yo no soy nadie sin ellas. Las palomas son mi vida”.
Con el repique de campanas me tuve que ir, porque algún día será por ella por quien doblen y ¿quien va a estar allí?
Espejismo
Te veo a través de la pálida luz de la luna,Tu mirada penetra en mi pupila, tu sonrisa no se separa de tus labios, tu pelo alborotado indica que tu gorra ha estado contigo toda la noche. Extiendo mi brazo, pero mis dedos no te tocan, ni siquiera te acarician un poco ¿Cómo puede parecer todo tan real? Espejismos de una noche provocados, quizá, por la escasee de sed y la abundancia de alcohol en mi sangre.
No más de ciento veinte palabras
Todos insistieron: “debes ser menos”. Pero precisamente hacía lo contrario que menguar. Por ello le proporcionaron varias fieras salvajes de sólidos antecedentes para que de noche sujetaran sus miembros pujantes, pues se sabe que la ausencia de luz incita el avance. Así permaneció contenido y dócil durante años. Cuando alzaba la cabeza todos vociferaban que iba por buen camino, así que pronto la volvía a agachar. Cierta noche de desvelo miró alrededor en busca de nuevas confirmaciones y comprobó que dormían silentes los seres que durante décadas le aconsejaron. Y con sorpresa vio que no eran más que cuerpos enjutos sin ojos, nariz ni orejas. Muñones huérfanos con una sola posibilidad; la más osada, la más estéril: la palabra.
Un Quijote cualquiera
Se sentía feo y sin suerte y pensó que lo mejor era inventar historias.
Escribía y creía en lo que escribía, imaginaba su nueva vida a través de un bolígrafo.
Dejó de ir a trabajar, dejó de comer y dormir.
Ahora tenía su vida deseada de hombre guapo donde las mujeres le adulaban, comía en los mejores restaurantes, dormía en los mejores colchones.
Pero le pilló con el último bolígrafo buceando a pulmón, no le dio tiempo a comprar otro, se ahogó.
Escribía y creía en lo que escribía, imaginaba su nueva vida a través de un bolígrafo.
Dejó de ir a trabajar, dejó de comer y dormir.
Ahora tenía su vida deseada de hombre guapo donde las mujeres le adulaban, comía en los mejores restaurantes, dormía en los mejores colchones.
Pero le pilló con el último bolígrafo buceando a pulmón, no le dio tiempo a comprar otro, se ahogó.
Yepes
Lo cierto es que Yepes duró más de lo que pensaron. Tres días esperando apostado junto a la ventana y sin dejarle entrar. El primer día, todos pendientes de él, acariciándole la cabeza, la espalda, la tripa; opinando sobre su desmesurada y picuda nariz, riéndose de sus diminutos y redondos ojos negros. El segundo, ya sólo lo miraban a través del cristal, aunque le sonreían. A mediodía, comenzó a llorar. El tercero, nadie le daba importancia, prácticamente deshecho en lágrimas. ¡Pobre muñeco de nieve, hijo de un recreo de finales de invierno, y bautizado con el nombre del profesor más temido!
Borrador de recuerdos
Siempre he sido una persona fuerte. Siempre me he esforzado por la sonrisa de los que me importan. Esa sonrisa, para mí, vale más que todo el oro del mundo.
Y ahora tú eres capaz de arrastrarla por los suelos sin ser tu intención. Provocas en mí tantas sensaciones en un instante... Y es que te miro y siento cómo mil recuerdos revolotean a nuestro alrededor. Puedo ver un parque, la casa de campo y hasta puedo sentir que viajo en el tiempo justo a ese momento de felicidad plena, justo 19 años atrás.
Sí, estás en lo cierto, justo antes de que tus recuerdos comenzaran a ser borrados. Te quiero tanto… abuelo.
A ti, te odio “borrador de recuerdos”.
Y ahora tú eres capaz de arrastrarla por los suelos sin ser tu intención. Provocas en mí tantas sensaciones en un instante... Y es que te miro y siento cómo mil recuerdos revolotean a nuestro alrededor. Puedo ver un parque, la casa de campo y hasta puedo sentir que viajo en el tiempo justo a ese momento de felicidad plena, justo 19 años atrás.
Sí, estás en lo cierto, justo antes de que tus recuerdos comenzaran a ser borrados. Te quiero tanto… abuelo.
A ti, te odio “borrador de recuerdos”.
Olor a mar y recuerdos
Y de repente me sentí lo suficientemente preparada como para entrar en aquella casa, ahora hecha ruinas. A pesar de los escombros y del paso de los años yo no perdía la esperanza. Sabía que allí olía a mar. Sabía que allí podría encontrar los últimos recuerdos vividos a su lado. Me sorprendí al verme reflejada todavía en los minúsculos trozos de aquel espejo en el que tantas veces intenté que él me hiciera mil peinados. Impresionante: Todavía podía oler a él tanto como echarle de menos. Desde aquel día no he sido capaz de volver a entrar sin llorar por su ausencia.
martes, 12 de abril de 2011
No busco nada raro
sólo alguien que me eche de menos después de que hayamos pasado todo un día juntos, alguien que se ponga nervioso al verme, que no se aburra de mis historias aunque se sepa los puntos y comas de cada una de ellas, alguien que se alegre de escucharme aunque pasemos cinco horas hablando por teléfono, que consiga que se haga corto el camino más largo, alguien al que pueda besar cada vez que me apetezca teniendo la seguridad de que el tendrá las mismas ganas que yo, alguien que me demuestre que es conmigo donde más le gustaría estar, que conozca todas y cada una de mis sonrisas, que se sepa cada uno de mis pasos, alguien que prefiera quedarse conmigo aunque tenga otros planes, que sienta que antes de mí no existió ninguna aunque hubo cien más, que sus amigos se cansen de escuchar mi nombre, que escriba las cartas más bonitas del mundo aunque tenga la letra fea y sean de dos renglones, alguien que piense en mí más de lo que dice, que no se aburra de mirar nuestras fotos, que sienta que el mundo se cae si discutimos y me abrace sin importarle su orgullo, alguien que me haga reír hasta llorar, que me diga todas esas canciones que le 2recuerdan a mí, que me diga que estoy guapa aunque no esté ni despierta, que prefiera mis besos, aunque haya habido otra mejor, que me diga que tengo los ojos más bonitos, aunque sean iguales a todos los demás, que le encante mi pelo, aunque siempre esté enredado, alguien que me haga sentir la chica más afortunada, sólo por el hecho de tenerme.
Bóveda de la catedral de Córdoba
El serafín abrió los ojos y miró la cabeza de león que le quedaba enfrente. Arriba la Virgen se abalanzaba boca abajo abrazando el vacío.
Eran elementos todos ellos blancos y dorados.
El serafín intentó batir las alas, pero allí permanecían pegadas. Poco después le explicaron que él sólo era una copia de la “idea” auténtica de serafín. Por eso nunca volaría.
Se quedaría observando la cabeza del león, que tampoco rugiría, por toda la eternidad mientras la Virgen colgada boca abajo del techo se abalanzaba hacia el vacío.
Tuvo mucho tiempo de reflexionar sobre esto en su bóveda
Eran elementos todos ellos blancos y dorados.
El serafín intentó batir las alas, pero allí permanecían pegadas. Poco después le explicaron que él sólo era una copia de la “idea” auténtica de serafín. Por eso nunca volaría.
Se quedaría observando la cabeza del león, que tampoco rugiría, por toda la eternidad mientras la Virgen colgada boca abajo del techo se abalanzaba hacia el vacío.
Tuvo mucho tiempo de reflexionar sobre esto en su bóveda
Carencias
No sé ni puedo re visitar el pasado, y no hallo como estirar o achicar los recuerdos de lo vivido.
Además, considera: De pequeño nunca tuve patines, algo más grande me conformé con mirarlos en sus bicicletas o con sus motos.
Pasados los veinte renuncié a las fiestas y los bares porque nunca tuve suficiente dinero para pagar las cuotas de ingreso o el consumo de licores...
Siempre fui pobre y, aunque jamás he sido rencoroso, no responsabilicé a nadie de mi destino. Aun así, me pides que recuerde esa época de tanto sufrimiento, la misma que arranqué de mi vida por exceso de carencias… aquella a la que llamas –pomposamente- Hermosa Adolescencia...
Además, considera: De pequeño nunca tuve patines, algo más grande me conformé con mirarlos en sus bicicletas o con sus motos.
Pasados los veinte renuncié a las fiestas y los bares porque nunca tuve suficiente dinero para pagar las cuotas de ingreso o el consumo de licores...
Siempre fui pobre y, aunque jamás he sido rencoroso, no responsabilicé a nadie de mi destino. Aun así, me pides que recuerde esa época de tanto sufrimiento, la misma que arranqué de mi vida por exceso de carencias… aquella a la que llamas –pomposamente- Hermosa Adolescencia...
Carencias
No sé ni puedo re visitar el pasado, y no hallo como estirar o achicar los recuerdos de lo vivido.
Además, considera: De pequeño nunca tuve patines, algo más grande me conformé con mirarlos en sus bicicletas o con sus motos.
Pasados los veinte renuncié a las fiestas y los bares porque nunca tuve suficiente dinero para pagar las cuotas de ingreso o el consumo de licores...
Siempre fui pobre y, aunque jamás he sido rencoroso, no responsabilicé a nadie de mi destino. Aun así, me pides que recuerde esa época de tanto sufrimiento, la misma que arranqué de mi vida por exceso de carencias… aquella a la que llamas –pomposamente- Hermosa Adolescencia...
Además, considera: De pequeño nunca tuve patines, algo más grande me conformé con mirarlos en sus bicicletas o con sus motos.
Pasados los veinte renuncié a las fiestas y los bares porque nunca tuve suficiente dinero para pagar las cuotas de ingreso o el consumo de licores...
Siempre fui pobre y, aunque jamás he sido rencoroso, no responsabilicé a nadie de mi destino. Aun así, me pides que recuerde esa época de tanto sufrimiento, la misma que arranqué de mi vida por exceso de carencias… aquella a la que llamas –pomposamente- Hermosa Adolescencia...
QUÉ SERÁS DE MAYOR
Y tú ¿qué vas a ser de mayor?, yo de mayor quiero ser peluquera, y tú Patricia ¿qué quieres ser?, yo actriz, quiero salir en la tele, así me haré famosa y saldré en las revistas, y la gente me parará por la calle para pedirme autógrafos ¡seré tan importante!
Yo callaba mientras mis amiguitas planeaban su futuro, cuando me llegó el turno, dudé sobre decirles la verdad o inventarme cualquier cosa. ¿Me iban a entender?, las miré fijamente antes de contestar: yo quiero crear leyes y trabajar mucho para hacer que la vida de la gente sea mejor; desde mí despacho en Moncloa evoco mi última frase, al contestar: “voy a ser presidenta del gobierno”.
Yo callaba mientras mis amiguitas planeaban su futuro, cuando me llegó el turno, dudé sobre decirles la verdad o inventarme cualquier cosa. ¿Me iban a entender?, las miré fijamente antes de contestar: yo quiero crear leyes y trabajar mucho para hacer que la vida de la gente sea mejor; desde mí despacho en Moncloa evoco mi última frase, al contestar: “voy a ser presidenta del gobierno”.
Azar
Dejamos en la arena besos y caricias, tostados por el sol. A paso lento llegamos abrazados a la parada del autobús. Siete pares de ojos nos miraron, todos concentrados en lo pequeño del traje de baño de mi novia. Me incomodó tanto descaro. La solté, dando un paso hacia delante, para encarar al más cercano mirón, concentrando así la atención de los demás. Sólo pude abrir la boca y no alcancé a articular palabra alguna ya que el bus, sin frenos, nos embistió sin miramientos.
AMOR IMPOSIBLE
Ni subido a una escalera conseguiría besarte. De eso estoy ya convencido. Por más que alargase el cogote o estirase mi cuerpo menudo. Ni alzándome de puntillas haciendo mil equilibrios sobre el último peldaño, convertido todo yo en una flecha viviente, con los morros prolongados en forma de trompeta. Jamás llegaría a ti. A tus carnosos labios de fresa. Al abanico coqueto de tus largas pestañas negras. A la suave redondez de tus mejillas pecosas. No. Tras muchas cavilaciones, hoy he de reconocer que lo nuestro será siempre un imposible. Al menos en esta vida: mientras yo sea sólo un ratón y tú una jirafa esbelta
UN LARGO PASEO
Ella sabrá lo que hace. Pero el hecho de estar maniatado y encapuchado no me tranquiliza demasiado…
Es imposible que quiera hacerme daño. Si no, no habría aguantado las palizas en silencio para no despertar a la niña; quizás sólo quiera realizar alguna fantasía fetiche, como las que le había obligado a ver en mi colección de películas X.
Caminamos por un sendero de gravilla, mientras la oigo resollar a mi lado.
- ¡De rodillas!- Me increpa. Obedezco ante la insólita perversión de mi mujer.
Me arranca la capucha mientras una pistola apunta a mi entrecejo.
Sus labios musitan un “Adiós” y un estallido contundente golpea mi cabeza .Se cierne ante mí la más absoluta oscuridad.
Es imposible que quiera hacerme daño. Si no, no habría aguantado las palizas en silencio para no despertar a la niña; quizás sólo quiera realizar alguna fantasía fetiche, como las que le había obligado a ver en mi colección de películas X.
Caminamos por un sendero de gravilla, mientras la oigo resollar a mi lado.
- ¡De rodillas!- Me increpa. Obedezco ante la insólita perversión de mi mujer.
Me arranca la capucha mientras una pistola apunta a mi entrecejo.
Sus labios musitan un “Adiós” y un estallido contundente golpea mi cabeza .Se cierne ante mí la más absoluta oscuridad.
lunes, 11 de abril de 2011
LA LÍNEA ROJA
Nos hemos separado hace dos meses pero tenemos que seguir viviendo juntos. Cosas de las hipotecas sin pagar.
Es una situación extraña.
La verdad es que tiene su morbo dividir la casa en dos y poder seguir insultándonos cada día, teniendo mucho cuidado de no pisar el trozo de piso del otro, claro. La línea roja del suelo es como una muralla transparente.
Lo malo es que me tengo que lavar en el fregadero de la cocina. Creo que ella enfría las cervezas en el bidé.
Es una situación extraña.
La verdad es que tiene su morbo dividir la casa en dos y poder seguir insultándonos cada día, teniendo mucho cuidado de no pisar el trozo de piso del otro, claro. La línea roja del suelo es como una muralla transparente.
Lo malo es que me tengo que lavar en el fregadero de la cocina. Creo que ella enfría las cervezas en el bidé.
CUANDO VENGA
Hija, cuando venga, si está sobrio procura no enfadarle. Si está borracho, enciérrate en el cuarto de baño mientras yo le hago frente. Luego, cuando se quede dormido, llama al médico para que me atiendan.
Si no respiro, reza.
Si no respiro, reza.
UN DÍA DE TANTOS
Con una rotunda voz como salida de otro cuerpo, dirigiéndose a las enfermeras dijo:
- Antes de avisar a mis hijos, llamen a la policía, deseo hacer una denuncia, y por favor, tráiganme un espejo.
Una de las zapatillas había quedado en la escalera.
Tomó el espejo, miró su rostro, la boca sangrante, su brazo descoyuntado, las manos doloridas de tantas veces alejarle, no, no era ella misma. Tiró el espejo al suelo, lo pisoteó hasta hacerlo añicos, lo recogió y volvió a mirarse. Esta vez sí se vio reflejada en él.
- Antes de avisar a mis hijos, llamen a la policía, deseo hacer una denuncia, y por favor, tráiganme un espejo.
Una de las zapatillas había quedado en la escalera.
Tomó el espejo, miró su rostro, la boca sangrante, su brazo descoyuntado, las manos doloridas de tantas veces alejarle, no, no era ella misma. Tiró el espejo al suelo, lo pisoteó hasta hacerlo añicos, lo recogió y volvió a mirarse. Esta vez sí se vio reflejada en él.
ÍDOLOS
En los últimos treinta años su verbo y su físico habían cambiado.
Sus libros sistemáticamente se encontraban entre los primeros puestos de los Top Writermen, y su tercera esposa, era una modelo de 24 años.
Llegó dispuesto a todo, a los 15 minutos resoplaba, pasados otros 15 decidió ducharse y volver al día siguiente. Al salir del gimnasio se sobresalto al comprobar en los cristales que aquella peluca que tanto le favorecía, iba disparatadamente ladeada hacia el lado izquierdo, confiriéndole un aíre cómico.
Tantas veces había disertado acerca de la frase “Una imagen vale más que mil palabras” que decidió cambiar a una profesión más anónima.
Sus libros sistemáticamente se encontraban entre los primeros puestos de los Top Writermen, y su tercera esposa, era una modelo de 24 años.
Llegó dispuesto a todo, a los 15 minutos resoplaba, pasados otros 15 decidió ducharse y volver al día siguiente. Al salir del gimnasio se sobresalto al comprobar en los cristales que aquella peluca que tanto le favorecía, iba disparatadamente ladeada hacia el lado izquierdo, confiriéndole un aíre cómico.
Tantas veces había disertado acerca de la frase “Una imagen vale más que mil palabras” que decidió cambiar a una profesión más anónima.
El hombre enamorado del mar
- Papá, ¿quién es ese hombre misterioso de la playa?
- ¡Oh! Es el hombre que enamoró al sol. Dicen que procede de alguna ciudad lejana y que cuando pudo ver el mar por primera vez, quedó fascinado. Pasó cada día viendo las puestas de sol, y cada noche en la arena esperando un nuevo amanecer. Sin darse cuenta se enamoró del mar. Hasta que un día, la luz del sol envidiosa, le propuso ver el reflejo del mar en sus ojos para siempre. El hombre aceptó sin dudar, y el sol le robó la vista.
- ¡Vaya! Entonces, no sabe que ahora es de noche.
- No. Para él siempre es de día.
- ¡Oh! Es el hombre que enamoró al sol. Dicen que procede de alguna ciudad lejana y que cuando pudo ver el mar por primera vez, quedó fascinado. Pasó cada día viendo las puestas de sol, y cada noche en la arena esperando un nuevo amanecer. Sin darse cuenta se enamoró del mar. Hasta que un día, la luz del sol envidiosa, le propuso ver el reflejo del mar en sus ojos para siempre. El hombre aceptó sin dudar, y el sol le robó la vista.
- ¡Vaya! Entonces, no sabe que ahora es de noche.
- No. Para él siempre es de día.
ABOGADOS
Aunque los pájaros sean de otro planeta, tienen que volar. Así igual los abogados.
Entraron los abogados siguiendo la procesión a la corte. Desde que lo hicieron existió la sospecha, por la manera de caminar, de mirar, de vestir, de callar. Se llevó a cabo el juicio hasta que el fallo develó al falso juez y no al falso abogado.
Entraron los abogados siguiendo la procesión a la corte. Desde que lo hicieron existió la sospecha, por la manera de caminar, de mirar, de vestir, de callar. Se llevó a cabo el juicio hasta que el fallo develó al falso juez y no al falso abogado.
DESIERTO
Como a Adriana le gustaba tanto el agua decidió irse a vivir al océano. Estaba tan feliz, ya que no se imaginaba lugar donde hubiera más agua que en ese. Estaba en el lugar indicado y no sería más feliz que en ese lugar. Un día entró en una tormenta. El agua entraba de izquierda a derecha. Hasta que dejó de llover. Desde ese día anhelaba los días de lluvia. Su espíritu era insaciable. Le llevó a preguntarse por qué un lugar lleno de agua, sería capaz de recibir la lluvia.
No alcanza cuan alto esté el nivel del mar, siempre habrá lluvias para este océano. Donde hay agua, habrá más agua.
No alcanza cuan alto esté el nivel del mar, siempre habrá lluvias para este océano. Donde hay agua, habrá más agua.
SALA DE LETRAS
Cruzo el umbral y me encuentro con Antonio, melancólico y doliente por su olmo viejo, mitad podrido.
Pegado está Benito, narrando otro episodio de su nacional existencia.
Y al lado Camilo, pancho y orondo, saboreando pastelillos de miel alcarreña, acompañado de su fiel choferesa de ébano.
Luego Dámaso, y Ernesto, y Francisco, y Gabriel, y así hasta Leopoldo, entre Leandro y Lope, hablando de nuestra vetusta querida.
Y al final del todo, Wenceslao precede al último, ese que no recuerdo por ignorancia mía, mas no por inexistente. Él cierra esta sala con tanta y buena literatura hispana donde me hallo.
Pegado está Benito, narrando otro episodio de su nacional existencia.
Y al lado Camilo, pancho y orondo, saboreando pastelillos de miel alcarreña, acompañado de su fiel choferesa de ébano.
Luego Dámaso, y Ernesto, y Francisco, y Gabriel, y así hasta Leopoldo, entre Leandro y Lope, hablando de nuestra vetusta querida.
Y al final del todo, Wenceslao precede al último, ese que no recuerdo por ignorancia mía, mas no por inexistente. Él cierra esta sala con tanta y buena literatura hispana donde me hallo.
Hoja nº1 . "LIBROS PLÚMBEOS" del Sacromonte
Le creció aquella hoja flexible en la oreja, decía que escuchaba los quejidos de la tierra. Dejó de sacar escombro de la cueva; Empezó a verdecer primero, la piel se les volvió terrosa.
Pasamos por allí camino de Marrakech, nos costó reconocerlos. Nos prepararon unos catres para dormir en el jardín y ellos se quedaron dentro de la cueva. Con las uñas casi grises tañeron el laúd. No quisimos hablar de aquello. La Alhambra brillaba como de oro al otro lado de los arrayanes, del río y de la ciudad. Azafranada, cabía en mi mano ese agosto. Me despertaron los jazmines. Me pareció haber soñado con voces lejanas de amantes
Pasamos por allí camino de Marrakech, nos costó reconocerlos. Nos prepararon unos catres para dormir en el jardín y ellos se quedaron dentro de la cueva. Con las uñas casi grises tañeron el laúd. No quisimos hablar de aquello. La Alhambra brillaba como de oro al otro lado de los arrayanes, del río y de la ciudad. Azafranada, cabía en mi mano ese agosto. Me despertaron los jazmines. Me pareció haber soñado con voces lejanas de amantes
SOBRE EL PORTAL
Rozando el alba encontré al chico sobre el portal de la Ópera. Las arañas permanecían encendidas, hacía que brillara el dorado de la escalera y el bermejo despampanante de la alfombra. Delante el mármol era frío y oscuro. Él aún más oscuro, envuelto en mantas roñosas. Me acerqué. Comía una sandía. Se le notaba feliz, como si la probara por primera vez. Le caían las pepitas con descuido, un reguero de jugo bajaba por su piel carbón. Me aceptó sonriente a su lado, tras la sorpresa inicial. Le contemplé masticar las tajadas en silencio. Sólo al final leyó el deseo en mi mirada. No mordí la dulce fruta, sorbí con avidez las gotas saladas que brotaron de su sabroso cuello.
Gran Café, El jardín de las Delicias
Hembra provocadora y mujer lasciva, así era la bella Mónica. Siempre se la podía encontrar en el café del boulevard.
Al otro lado del escaparate, ávidas miradas de deseo esperaban impacientes el contoneo de la sensual Mónica. Excitante espectáculo y perdición de mujer.
La arrebatadora Mónica se sentaba en taburete alto junto a la barra, acortando su minúscula falda y mostrando sus interminables piernas.
La lujuria estaba servida en aquel mostrador de pastas y descafeinados.
Música celestial para consumir café y bien cargado además.
Gran negocio este del Café Jardín de las Delicias, que todas las tardes se veía abarrotado de clientela masculina para degustar, saborear y deleitarse con su …maravilloso café.
Al otro lado del escaparate, ávidas miradas de deseo esperaban impacientes el contoneo de la sensual Mónica. Excitante espectáculo y perdición de mujer.
La arrebatadora Mónica se sentaba en taburete alto junto a la barra, acortando su minúscula falda y mostrando sus interminables piernas.
La lujuria estaba servida en aquel mostrador de pastas y descafeinados.
Música celestial para consumir café y bien cargado además.
Gran negocio este del Café Jardín de las Delicias, que todas las tardes se veía abarrotado de clientela masculina para degustar, saborear y deleitarse con su …maravilloso café.
MILAGROS
Como todos los días a la misma hora Milagros daba a luz un cadáver. Los médicos se contradecían en sus diagnósticos y las funerarias de la ciudad hacían el agosto. Muy pronto el cementerio se quedó pequeño y tuvieron que enviar a los recién fallecidos a otras ciudades colindantes. Con el paso del tiempo no quedó lugar para los vivos
MILAGROS
Como todos los días a la misma hora Milagros daba a luz un cadáver. Los médicos se contradecían en sus diagnósticos y las funerarias de la ciudad hacían el agosto. Muy pronto el cementerio se quedó pequeño y tuvieron que enviar a los recién fallecidos a otras ciudades colindantes. Con el paso del tiempo no quedó lugar para los vivos
HERIDA
Por favor, sea breve, dijo el papel con los ojos en blanco. “El escritor”, blandiendo el cuchillo, apuñalaba uno por uno a los puntos, las comas, comillas y paréntesis del relato, que se retorcía (de dolor) cada vez más.
Exento de signos de puntuación el relato suplicante dejó escapar un último suspiro de retórica cuando la afilada hoja del cuchillo hendió la hoja abriendo Herida de nuevo
-Por favor...
-Se abre ¿ve?
Exento de signos de puntuación el relato suplicante dejó escapar un último suspiro de retórica cuando la afilada hoja del cuchillo hendió la hoja abriendo Herida de nuevo
-Por favor...
-Se abre ¿ve?
Cuándo se aprende a soñar.
Despertó con la caricia de un rayo de sol sobre su piel y sonriendo pensó que nunca había tenido un sueño tan maravilloso como el de aquella noche; tan intenso que parecía la primera vez que soñaba.
En el desayuno intentó narrárselo a su esposa, pero ésta no mostró interés alguno...
Llamó a uno, dos, tres mejores amigos, pero no disponían de tiempo…
Derrocado en el intento, terminó en un banco del parque, murmurándoselo con resignación a las palomas. Se sorprendió cuando una de ellas espolvoreó las alas y, antes de iniciar el armonioso vuelo, contestó: “no es que tu sueño no les interese sino que ellos todavía no han aprendido a soñar…, te lo dice un enfermo en fase terminal”.
En el desayuno intentó narrárselo a su esposa, pero ésta no mostró interés alguno...
Llamó a uno, dos, tres mejores amigos, pero no disponían de tiempo…
Derrocado en el intento, terminó en un banco del parque, murmurándoselo con resignación a las palomas. Se sorprendió cuando una de ellas espolvoreó las alas y, antes de iniciar el armonioso vuelo, contestó: “no es que tu sueño no les interese sino que ellos todavía no han aprendido a soñar…, te lo dice un enfermo en fase terminal”.
Perfume de Mujer
Otro tiempo, otro lugar contabilizaban las horas vividas. Cuando abrí los ojos, estabas a mi lado recién, salido del mar, con tu piel de nácar, Cerrando los ojos consumí ese primer beso, para eternizar en tus labios mi aroma de mujer. Disfruté del calor húmedo de tu cuerpo sin pensar en mañanas, descubriendo cada tramo de tu piel, solamente disfrutando de momentos, irrepetibles, casi mágicos envidiables. Nunca aprendidos, ni siquiera por Cupido, con la intensidad de un Montesco o de una Capuleto. Volviendo el tiempo atrás para poder vivirlo nuevamente. Y ganarle a las horas. Una tarde de agosto, en Playa de Los Narejos; en un paisaje de atardecer que nos robaba el aliento descubrí tu amor.
El toro me esta mirando
La conocí en el gimnasio. La primera vista que tuve de ella fue de espaldas, se estaba duchando. Me llamó la atención el tatuaje que llevaba tras el hombro. Un toro, que quizá estuviera enamorado de la luna.
Una luna que bajó a mis pies cuando nada más girarse, lo primero que miró fue mi sonrojo.
Rocé su piel aceituna con mis ojos y ella me besó la cara, salpicada de gotas de agua.
Me desabroché el reloj y le quité la pila, me acerqué su lado y se la puse en la mano, como si fuera un tesoro. Quería vivir para siempre, en ese instante en el que la conocí.
Una luna que bajó a mis pies cuando nada más girarse, lo primero que miró fue mi sonrojo.
Rocé su piel aceituna con mis ojos y ella me besó la cara, salpicada de gotas de agua.
Me desabroché el reloj y le quité la pila, me acerqué su lado y se la puse en la mano, como si fuera un tesoro. Quería vivir para siempre, en ese instante en el que la conocí.
Mi balneario
Al final de ese antiguo balneario me espera siempre mi yo. Al alba salto con premura la vieja puerta erigida al inicio de esa endeble estructura de madera que se introduce en el mar.
Juntos contemplamos el infinito y a ese sol que pausadamente emerge de entre las aguas. A lo lejos vemos siempre pasar una pequeña flota de barcos pesqueros que al iniciar el día vuelven ya a casa tras otro día de faena.
Acudo a su encuentro menos de lo que debería, pero cuando estoy a su lado sé que es ahí donde debo estar y no en ningún otro sitio.
En ese balneario me reencuentro con mi yo, siempre le prometo no volverme a ir.
Juntos contemplamos el infinito y a ese sol que pausadamente emerge de entre las aguas. A lo lejos vemos siempre pasar una pequeña flota de barcos pesqueros que al iniciar el día vuelven ya a casa tras otro día de faena.
Acudo a su encuentro menos de lo que debería, pero cuando estoy a su lado sé que es ahí donde debo estar y no en ningún otro sitio.
En ese balneario me reencuentro con mi yo, siempre le prometo no volverme a ir.
Mi balneario
Al final de ese antiguo balneario me espera siempre mi yo. Al alba salto con premura la vieja puerta erigida al inicio de esa endeble estructura de madera que se introduce en el mar.
Juntos contemplamos el infinito y a ese sol que pausadamente emerge de entre las aguas. A lo lejos vemos siempre pasar una pequeña flota de barcos pesqueros que al iniciar el día vuelven ya a casa tras otro día de faena.
Acudo a su encuentro menos de lo que debería, pero cuando estoy a su lado sé que es ahí donde debo estar y no en ningún otro sitio.
En ese balneario me reencuentro con mi yo, siempre le prometo no volverme a ir.
Juntos contemplamos el infinito y a ese sol que pausadamente emerge de entre las aguas. A lo lejos vemos siempre pasar una pequeña flota de barcos pesqueros que al iniciar el día vuelven ya a casa tras otro día de faena.
Acudo a su encuentro menos de lo que debería, pero cuando estoy a su lado sé que es ahí donde debo estar y no en ningún otro sitio.
En ese balneario me reencuentro con mi yo, siempre le prometo no volverme a ir.
UNA FILOSOFÍA DE VIDA.
Ella sabrá lo que hace” se dijo Adán al ver a Eva, de reojo, acercándose al controvertido árbol. Lo mismo pensó Sansón al comprobar, medio dormido, que Dalila se aproximaba con unas tijeras; o Prometeo al observar a su esposa Pandora jugueteando con la caja que traía con ella. Incluso el mismísimo Héctor tuvo idéntico pensamiento al ver a Helena subirse al barco junto a su hermano pequeño.
Después de mucho meditar, y con tan ilustres predecesores, mi decisión de hacer de esa frase mi estandarte, en lo que a mi mujer se refiere, pienso que no puede sino hacerme un hueco en la eternidad.
Después de mucho meditar, y con tan ilustres predecesores, mi decisión de hacer de esa frase mi estandarte, en lo que a mi mujer se refiere, pienso que no puede sino hacerme un hueco en la eternidad.
EL PRIMER ENSAYO.
Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se aleteaba sobre las aguas. Entonces Dios dijo: "Hágase la luz". Y… nada sucedió. Habría que revisar los temas de iluminación e infalibilidad. Consternado prefirió no anotarlo en sus escrituras y tomar el descanso unos días antes de lo que tenía previsto.
viernes, 8 de abril de 2011
AGONÍA
La puerta se abrió lentamente, tras ella una sombra negra se escondía entre la penumbra del pasillo. Sus ojos aterrados se dejaban ver por encima del cobertor. Llevaba más de tres noches acechándolo. Tenía miedo. Pronto cruzaría el umbral. Todo acabaría cuando ella entrara. Era inevitable. Nada podía hacer, ni si quiera rezar.
Olvido
Olvido lo nota, lo siente y lo presiente, aunque ya no sepa si sucedió ayer o hace mil años… Pero intuye que en el pasado, ella preparaba el almuerzo a su hijita cada día antes de ir al colegio.
Ahora, es su hija quien, antes de ir a trabajar, le da el desayuno en aquella enorme sala de amplios ventanales y rostros anónimos.
Mientras, sus endebles recuerdos se siguen resquebrajando y caen sobre el camisón blanco, como estrellas fugaces.
Ahora, es su hija quien, antes de ir a trabajar, le da el desayuno en aquella enorme sala de amplios ventanales y rostros anónimos.
Mientras, sus endebles recuerdos se siguen resquebrajando y caen sobre el camisón blanco, como estrellas fugaces.
EL TREN NEGRO
La estación muerta, en el andén raíles herrumbrosos bajo hierba desmadejada. Un mendigo en el caserón ruinoso, antiguo jefe de estación, ordenando trenes y pasajeros existentes sólo en su cabeza, despertando lástima en los pocos viejos del lugar.
Un domingo oyeron ruidos de una bestia enorme, aproximándose pesadamente. Era un tren negro, de cristales tintados, que se detuvo en la estación. Nadie bajó, sólo uno abrió la ventanilla y echó el humo y las cenizas del cigarro.
Luego el tren reemprendió su marcha.
El loco rió y gritó: “Por fin. El tren de los que no tienen adónde ir”
Un domingo oyeron ruidos de una bestia enorme, aproximándose pesadamente. Era un tren negro, de cristales tintados, que se detuvo en la estación. Nadie bajó, sólo uno abrió la ventanilla y echó el humo y las cenizas del cigarro.
Luego el tren reemprendió su marcha.
El loco rió y gritó: “Por fin. El tren de los que no tienen adónde ir”
VIDAS CRUZADAS
Coincidí con Laura yendo al trabajo en el vagón de metro. Se escondía de mí en el otro extremo, con la mirada perdida al frente. Ni siquiera sé si advirtió mi presencia hasta que nos apeamos en la misma estación.
De noche, de vuelta, volvimos a compartir vagón como dos relojes sincronizados. Juro que entonces Laura sí me vio, de reojo, pero disimuló hundiendo la cabeza en su libro.
Nos bajamos a la vez once estaciones más tarde, por puertas distintas, y nuestros caminos se separaron. De nuevo, no habíamos cruzado palabra. Paseé un rato para despejarme.
Entré en casa. Laura esperaba en silencio, con los niños ya acostados, la cena preparada y la mirada perdida al frente.
De noche, de vuelta, volvimos a compartir vagón como dos relojes sincronizados. Juro que entonces Laura sí me vio, de reojo, pero disimuló hundiendo la cabeza en su libro.
Nos bajamos a la vez once estaciones más tarde, por puertas distintas, y nuestros caminos se separaron. De nuevo, no habíamos cruzado palabra. Paseé un rato para despejarme.
Entré en casa. Laura esperaba en silencio, con los niños ya acostados, la cena preparada y la mirada perdida al frente.
El mosquito
Hubo una vez un mosquito que se posó en la cola de un confesionario. Nunca lo había hecho. Necesitaba desahogarse de una vida de lujuria y desenfreno, de una vida de vampirismo.
Cuando le llegó su turno al insecto, el cura saludó en el modo habitual:
—Ave María Purísima.
—Sin pecado concebida.
—Cuéntame lo que quieras, hijo. Ya sabes de la compasión infinita del Señor por todas sus criaturas.
—Padre —dijo el mosquito con voz afligida—, confieso que he picado…
Cuando le llegó su turno al insecto, el cura saludó en el modo habitual:
—Ave María Purísima.
—Sin pecado concebida.
—Cuéntame lo que quieras, hijo. Ya sabes de la compasión infinita del Señor por todas sus criaturas.
—Padre —dijo el mosquito con voz afligida—, confieso que he picado…
jueves, 7 de abril de 2011
Vamos a la casa
Nunca en la historia de mi vida esas palabras significaron tanto, no es solamente un 'ven a mi hogar', es 'quiero estar contigo a solas', 'quiero disfrutarte a solas y sólo para mí', 'quiero tocarte despacio despacio'
Ahí sólo existimos los dos y la música, y cuando me lo dices, cerca, con tu boca en mi cuello, con un tono de insolente y de confiado y de tenerme segura y yo que no puedo, no puedo decirte que no, porque tu mano ya toma mi mano y nos vamos a la casa.
Ahí sólo existimos los dos y la música, y cuando me lo dices, cerca, con tu boca en mi cuello, con un tono de insolente y de confiado y de tenerme segura y yo que no puedo, no puedo decirte que no, porque tu mano ya toma mi mano y nos vamos a la casa.
miércoles, 6 de abril de 2011
Cálculo mental
María, 36 años, conduce avanzando por la calle 45 a 57 kilómetros cada 60 minutos. Encarnación, nacida en 1940, camina por la acera izquierda de la calle 45 desplazándose 2 metros cada 5 pasos.
Encarnación se acerca al borde de la carretera, no mira a los 2 lados antes de cruzar. María frena. El paso de peatones está 3 metros delante del lugar por el que Encarnación cruza.
Va a presionar el claxon 2 veces, Encarnación va a acelerar el paso. Va a tardar 45 segundos en alcanzar el lado contrario de la acera.
La tensión le subirá a 7/12 porque María no pensará que encarnación lleva 71 años aquí y que ella llegará a la oficina en 17 minutos.
Encarnación se acerca al borde de la carretera, no mira a los 2 lados antes de cruzar. María frena. El paso de peatones está 3 metros delante del lugar por el que Encarnación cruza.
Va a presionar el claxon 2 veces, Encarnación va a acelerar el paso. Va a tardar 45 segundos en alcanzar el lado contrario de la acera.
La tensión le subirá a 7/12 porque María no pensará que encarnación lleva 71 años aquí y que ella llegará a la oficina en 17 minutos.
Confesión
¿Por qué me mira así? Ya se lo he dicho, señor agente: degollé a todas aquellas chicas porque me lo ordenó Tomás. Sí, ese Tomás que usted dice que no existe, que solo está en mi cabeza. Él me indicó qué chicas debía matar. Me exigió que fueran aquellas y no otras, por el bien de todos. Todavía no han encontrado sus cuerpos, ¿verdad, señor agente? Lógico. Me aseguró que no sufrirían y le creí. ¿Por qué? Porque yo sabía que ellas eran también fruto de mi imaginación. Como el arma homicida. Como Tomás. Y... me harté de este juego... como usted, señor agente.
ÚLTIMO VERANO
Elías, como de costumbre, llevó a sus dos niños, Gisela y Juan Manuel a veranear a la finca de sus suegros. Jugaban en el amplio espacio campestre que brindaba el lugar. Los abuelos no cabían de júbilo viendo el derroche de alegría que sus nietos mostraban en cada movimiento, en cada carcajada.
La detonación repentina sorprendió a todos. Carreras, preguntas sin respuestas, miradas desesperadas habitaron el lugar. En el piso, una escopeta vieja aún respiraba hilillos de humo blanco que se dirigían al infinito; Juan Manuel, preso del pánico, se refugiaba en algún rincón de la casa. Gisela yacía en suelo.
La detonación repentina sorprendió a todos. Carreras, preguntas sin respuestas, miradas desesperadas habitaron el lugar. En el piso, una escopeta vieja aún respiraba hilillos de humo blanco que se dirigían al infinito; Juan Manuel, preso del pánico, se refugiaba en algún rincón de la casa. Gisela yacía en suelo.
REMORDIMIENTOS
No quería olvidar, sería una falta de respeto. Se merecía sufrir lo que ya no podrían ni sufrir ni disfrutar quienes ahí estaban enterrados. Aterido, mojado, la lluvia le había sorprendido durmiendo entre ambas tumbas. Se levantó mareado, y cayó al suelo. Intentó incorporarse pero estaba muy cansado. Cansado de llorar. Cansado de sufrir. Estaba arreciando. No tenía fuerzas para moverse. Cerró los ojos y volvió a recordar. Se incorporó, y se quedó sentado. Terminó lo quedaba en la botella. Se levantó trastabillando y tropezó. Notó el golpe en la cabeza. Se quedó en la posición en la que había caído, abrazado a la lápida de su hijo. Sangre caliente brotaba de su cabeza. Cerró los ojos y sonrió.
Memoria criolla
Además de honrar a nuestros próceres, fortalecer la memoria, las tradiciones y revalorizar el folklore, es necesario tener un proyecto de futuro, basado en el sentimiento que aún late, en nosotros los criollos, de hermandad, amistad, agradecimiento, humildad y capacidad para tener buena memoria ancestral, capaz de llevar al país al primer mundo en cultura, educación, artes y deportes
Aquellos días
Solías decir que algún día plantaríamos un árbol junto a la valla. Y yo, entusiasmado, contemplaba el patio e imaginaba un olmo frondoso bajo el que cobijarnos en verano y sobre cuyas ramas peladas cantaran los zorzales en invierno. Y agarraba fuertemente tus manos porque sabía que siempre decías esas cosas poco antes de meterme en la cama y marcharte.
Desde la misma ventana te veo pasar ahora cada tarde. Caminas agarrada a tu marido mientras tus hijos espantan a pedradas las currucas que habitan la maleza de mi jardín. Las hojas amarillas de nuestro árbol cubren la vereda, y tus pies juguetean con ellas como si tú también las vieras.
Desde la misma ventana te veo pasar ahora cada tarde. Caminas agarrada a tu marido mientras tus hijos espantan a pedradas las currucas que habitan la maleza de mi jardín. Las hojas amarillas de nuestro árbol cubren la vereda, y tus pies juguetean con ellas como si tú también las vieras.
Alas
Como un ángel abatido", repitió ella abrazándolo por la espalda, percibiendo el olor agrio de su abandono y su barba de una semana. Aquel era modo demasiado bello de expresar un sentir tan amargo, pensó. Luego se echó sobre la cama y permaneció contemplándolo allí, asomado a la ventana, iluminado por la luna. Lo imaginó con alas. Dos grandes y fuertes alas capaces de elevarlo muy alto. Quizá desde allá arriba los negros charcos del callejón semejaran espejos de plata. Y él sonriera al verla saludando desde abajo.
Esa noche soñó que volaban juntos sobre calles mojadas y tejados en llamas mientras él la tomaba en el aire, tierno y furioso, como un halcón en celo.
Esa noche soñó que volaban juntos sobre calles mojadas y tejados en llamas mientras él la tomaba en el aire, tierno y furioso, como un halcón en celo.
martes, 5 de abril de 2011
YA ESTABA ESCRITO
Soy Notaneka, cuidador de la sala que alberga el sarcófago de Akenatón en el museo egipcio de El Cairo.
Ambos nacimos el mismo día pero los años sólo pasan por mí. La relación que existe entre nosotros es como la de los dos bulbos de un reloj de arena: medimos el tiempo inversamente.
En este otro cumpleaños juntos le cuento que un investigador de la Universidad de Yale ha descubierto que él era hermafrodita.
Cuando yo muera el revivirá. Estoy seguro de que se acercará hasta el despacho del investigador y fascinado por su frivolidad le propondrá engendrar juntos un extenso linaje.
Esta jeroglífica opinión ya estaba escrita en el desierto. La leí en el tiempo inverso cuando mi nombre se escribía al revés
Ambos nacimos el mismo día pero los años sólo pasan por mí. La relación que existe entre nosotros es como la de los dos bulbos de un reloj de arena: medimos el tiempo inversamente.
En este otro cumpleaños juntos le cuento que un investigador de la Universidad de Yale ha descubierto que él era hermafrodita.
Cuando yo muera el revivirá. Estoy seguro de que se acercará hasta el despacho del investigador y fascinado por su frivolidad le propondrá engendrar juntos un extenso linaje.
Esta jeroglífica opinión ya estaba escrita en el desierto. La leí en el tiempo inverso cuando mi nombre se escribía al revés
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